lunes, 30 de diciembre de 2019


                  PENSAMIENTO Y ACCIÓN

La descripción y el sentido profundo de esa entidad abstracta y concreta a la vez y que hemos venido en llamar Humanidad es absolutamente inabarcable. Somos lo que por evolución y por Naturaleza hemos llegado a ser. No existe una síntesis explicativa y comprensible de nuestro estado y situación, nadie puede arrogarse el papel de máxima autoridad intelectual o moral que pueda hablar en nombre de nuestra totalidad humana.
Este tema es de suma importancia tanto para una posible y cabal
comprensión de nuestra entidad como para los aspectos más prácticos de regulación de las relaciones interhumanas a todos los niveles. Pero su estudio es prácticamente inabarcable y de una complejidad extrema. Aunque nos remontemos a nuestros orígenes más lejanos siempre llegaremos a una situación sustancialmente irresoluble.
Aquí podríamos dividir a la Humanidad en dos grandes órdenes que grosso modo responderían a la dualidad humana de la que se parte siempre en cualquier estudio relativo tanto a sus componentes individuales como a las entidades humanas superiores. Espíritu-materia, sentimiento-razón. Cada sociedad o toda en su conjunto es portadora de unos valores específicos propios, culturales, trascendentes, subyacentes, que atañen más a comportamientos, ideales y sentimientos y formas de enfocar la vida y el mundo con unas características propias, heredadas e intransferibles. Las dualidades están en todos los órdenes de la vida y sus diversas manifestaciones son el símbolo de la misma Humanidad.
De otra parte, todas las sociedades disponen de sus propias herramientas que sustentan materialmente la vida práctica de sus colectividades. En esta faceta de la vida material existen conexiones con cualquiera de las sociedades interesadas de intercambiar entre ellas bienes y servicios. Aquí no importan si pertenecen a culturas o formas de vida diferenciadas, priva el interés material. Esto es así desde el principio de los tiempos. Naturalmente que las sociedades evolucionan e históricamente se pueden rastrear los orígenes y los cambios que se van produciendo, pero el análisis substancial continúa siendo el mismo.
Esta división simbólica, real, trascendente, es aplicable tanto a la propia Humanidad en su conjunto como a los cortes históricos y estratos sociales que se hayan producido.       
La misma esencia del ser humano participa de ambos órdenes, el espiritual y moral, y el práctico y racional ya que entrambos son los definidores de la Humanidad y los que la han llevado por un camino de superación constante.
La Humanidad en un momento dado, en un corte temporal, es una entidad tanto material como abstracta en su concepción. Se pueden contabilizar el número de personas que la componen en una situación temporal concreta, cuál es su situación material, cuáles son sus logros materiales, cuáles son sus organizaciones sociales, cuál es su relación con la Naturaleza y con los otros seres vivos que pueblan nuestro planeta. Se podría dividir la sociedad humana en parcelas esquemáticas, en agrupaciones homogéneas. Niklas Luhmann vio la necesidad de acometer el trabajo, de analizar las sociedades desde diferentes puntos de vista agrupándolas en sistemas sociales relevantes como son la economía, el derecho, la política, la religión, la ciencia, la educación, etc. Pero se dio cuenta de la complejidad de abordar cualquier estructura, que a su vez se subdividiría en otras de rango inferior, y así sucesivamente y además de las interacciones entre todas estas estructuras. El hombre concreto puede participar en una estructura social, material, funcional, pero el ser individual no es una estructura en sí mismo, cada hombre es distinto, en cada hombre hay un mundo distinto y la Humanidad es el compendio de todo el entramado tanto de sus logros materiales como de la idiosincrasia de cada uno de sus habitantes. El mismo Luhmann apreció esta dificultad insalvable y quiso acometer alguna acción analítica, aunque fuera parcial, pero se vio desbordado por la complejidad por una tarea tan descomunal y sólo pudo pergeñar su enfoque.
Pero el ser humano, y por extensión analógica la Humanidad, son indefinibles como extensión de sus logros y situaciones objetivas en un momento dado. No hay una correspondencia paritaria ni sustancial entre logros materiales e incluso intelectuales entre una sociedad dada y sus componentes concretos individuales. Pero es cierto que los logros de la Humanidad son producto de los humanos, pero de todo su conjunto y aquí deviene nuevamente otra dualidad siempre sustancial. Los logros ciertos de la Humanidad debemos asignarlos a sus componentes, pero los humanos son seres muy complejos y con valores muy diferenciados entre ellos, lo cual nos lleva a una definición dual tanto de los grupos sociales como de los mismos actores individuales.
La Humanidad en su conjunto presenta varios frentes aparentemente unitarios y lo que importa es la síntesis de todos ellos. ¿por qué interesa esta síntesis? Porque en definitiva será el estado de nuestra comunidad humana, de nuestra situación y de nuestra relación con la Naturaleza. Es importante tratar de colegir, vislumbrar, nuestro destino y así tratar de influir en él en la medida que las circunstancias lo permitan.
Todos los relatos que pudieran hacerse del pasado y del presente, si responden a la realidad, se corresponden exactamente a la situación moral, material, intelectual, de cada periodo de tiempo y de cada situación histórica y circunstancial. No hay otra posibilidad.  Y en el futuro se producirá la misma correspondencia entre la Humanidad y su entorno Natural y espacial. Avanzaremos acompasadamente al ritmo que nosotros y las circunstancias nos marquen y nos marquemos.
Pero de alguna manera hemos de intentar llegar a algún principio de acuerdo, a alguna síntesis de qué cosa ha llegado a ser la propia Humanidad y hacia dónde camina o se dirige consciente o inconscientemente en su periplo vital y universal. Qué entidad podemos llegar a ser y hacia donde nos empujan tanto nuestras propias fuerzas como las condiciones de una naturaleza y de un mundo que nos envuelve y nos condiciona absolutamente. El problema está en que no hay ninguna teoría unificadora que dé cuenta de la complejidad humana en toda su extensión y aunque la hubiera y seguro que se hacen esfuerzos en esta dirección, aunque sean parciales e integrables en conjuntos de pensamiento más amplios, no existen vehículos de integración en organizaciones universales para que lleguen a todo el conjunto de la sociedad humana. Y aunque así fuera en alguna medida medianamente satisfactoria, prevalecería la dicotomía básica que es inherente a nuestra especie, la división entre pensamiento y acción. El poder real de transformación material de la humanidad está concentrado en los factores económicos, científicos, técnicos, y en los que gobiernan las estructuras de poder político, de los medios de comunicación, de la educación y divulgación. Todos estos factores no son nocivos per se para la Humanidad, al contrario, han sido y son necesarios para la evolución de nuestros niveles de evolución y desarrollo alcanzados. Pueden ser egoístas y partidistas en su fuero interno, pero también sufren la presión de fuerzas que les hacen autolimitarse y acercarse a posiciones más altruistas y humanamente sociales. De todas formas, pensamiento y acción, teoría y praxis, son los dos polos de nuestra forma de ser humanos, pero la acción, el poder de cambiar materialmente el decurso de nuestros tipos de sociedades, está concentrado básicamente en las estructuras de poder económico y social. Y si esto es así sólo cabe una convergencia gradual por la deriva práctica que puede darse entre ambos entramados teóricos y prácticos hasta llegar a la máxima conjunción posible de lo que en realidad fue el origen de nuestra especie. Sloterdijk parece algo más pesimista y sentencia que “bajo ninguna circunstancia imaginable puede llegarse a una unidad universal efectiva” y a continuación agrega “nadie está maduro para la cultura universal del futuro” La diversidad humana es infinita en sus manifestaciones individuales pero el ser humano nunca podrá desprenderse absolutamente de sus orígenes. Esta es la ultima esperanza de acción y pensamiento colaborando en un propósito unitario y universal. Maximizar unidad de pensamiento y acción partiendo de posiciones actualizadas y que puedan ser conseguidas en el futuro.


29-12-19



domingo, 6 de octubre de 2019


ACERCA DE LAS "INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS" DE WITTGENSTEIN


                       ACERCA DE LAS
                       “INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS”
                        DE WITTGENSTEIN

Releyendo a G.A.Paul en su comentario respecto a las “Investigaciones Filosóficas” de Wittgenstein y a la deriva de éste en la defensa  del sentido común y sobre todo en su respeto por el lenguaje corriente en sintonía casi total con Moore.  A continuación, vendrá la filosofía analítica por parte de Wittgenstein y su rastreo del significado de las palabras corrientes tanto en el empleo cotidiano como en el filosófico. Pero las palabras y su empleo circunstancial proporcionan demasiada información múltiple y esquiva, se pierde pronto su sentido original. Casi todas las palabras, fuera de pertenecer al mundo científico-matemático, o son meramente descriptivas de objetos concretos, o lo que más queremos destacar es que se convierten en sí mismo y en su uso, en metáforas polivalentes que sirven para usos indiscriminados. Al leer las “Investigaciones filosóficas” tenemos la sensación de que estamos perdidos, de que cualquiera que fuera el objetivo final nunca llegaremos a él. La función analítica de las palabras se convierte en ir recolectando pequeñísimos resultados con los cuales no podemos hilvanar unas consecuencias generalistas convincentes en ningún caso.
Y una posible solución a esta dinámica atomista analítica la podemos tener enfrente sin darnos cuenta de ella. Aprovechemos el uso corriente de las palabras, su polivalencia, su intencionalidad final, es decir vayamos a las construcciones que con estas palabras se edifican las oraciones y los discursos finales. Admitamos las palabras tal como se utilizan y fijémonos en las construcciones sintéticas finales. Lo importante está ahí, en qué es lo que dicen. No en cómo, lo dicen o cómo emplean las palabras, aunque analíticamente no estén bien empleadas. El resultado final es lo importante
Aunque este procedimiento sea más directo para perseguir el objetivo final que sería cómo las personas utilizan el lenguaje, qué es lo que dicen y qué trasluce su discurso. ¿Existe acaso un pensamiento universalsubjetivo y no expresado que sería la esencia, la síntesis, de lo que la humanidad piensa de sí misma y del mundo? Esta tarea infinita es un imposible absoluto. Tampoco hay ningún indicio de certeza de que llegara a algún puerto seguro que diera cuenta universal de nuestra situación y posición en el mundo. Quizá pudiera rastrearse algún punto de partida, algún soporte, algún indicio de universalidad no explícito, que acercaría más a la especie humana a sus orígenes evolutivos, pero en ningún caso se llegaría por ese camino a disponer de teoría racional alguna que fuera el compendio de todo el conocimiento humano y adquiriera aceptación universal.

2-10-19

miércoles, 26 de junio de 2019

                                        DE LA ÉTICA NICOMÁQUEA,
                                                          DE ARISTÓTELES                                   
                                              
La cuestión que nos anima a bucear en el pensamiento de Aristóteles es conocer cuál era su opinión respecto a si creía él que la ética era connatural al hombre, era adquirida, o circunstancial. ¿Era genética? El tema es muy importante y ocupa y preocupa a muchos pensadores en la actualidad porque este es un factor que debe dejarse suficientemente estudiado y establecido, podría ser determinante para una humanidad que evoluciona y debe adaptarse a un mundo indefectiblemente cambiante y quizá deba afrontar en un futuro cercano o lejano condiciones y exigencias de vida reales que hoy sólo podamos vislumbrar en relatos paracientíficos e imaginarios. Ante tales eventualidades de futuro la humanidad debería conocer cuál sería o podría ser la evolución de su sentido profundo de la ética y sobre todo si ésta fuera moldeable a circunstancias desconocidas, preservando ante todo el instinto de conservación como primer y más fuerte distintivo del ser humano.
 Vayamos ahora a destacar algunos rasgos de lo que Aristóteles nos dejó escrito respecto al tema que nos ocupa sin pretender agotar esta fuente clásica de pensamiento.
En el libro II, capítulos 1 y 2 podemos leer que la virtud es doble, con un aspecto moral y otro intelectual. Ninguna de las virtudes morales nace naturalmente en nosotros. No es efecto de la Naturaleza, estamos naturalmente predispuestos a adquirir las virtudes. Es necesario obrar según la recta razón. La virtud tiene relación con el placer y el dolor. La virtud se posee o no se posee. Es una disposición para obrar. La virtud se ejerce.
De estos comentarios de Aristóteles parece deducirse que la virtud, y la moral, no nacen necesariamente con el ser humano, es un don que puede adquirirse con la razón y en su caso el bien obrar, es una predisposición natural, pero no exclusiva.
En el libro VI, capitulo 13, leemos que la opinión general dice que las virtudes morales son, de alguna manera, innatas, pues desde nuestro nacimiento somos movidos a ser justos, sobrios, valientes y a desarrollar otras cualidades.
Estas cualidades no justifican necesariamente el innatismo de las virtudes morales porque están vinculadas a los individuos concretos y el innatismo es una abstracción universal.
Libro X, capítulo 7 podemos leer que “si es verdad que la felicidad es la actividad que está de acuerdo con la virtud, es evidente que la que es conforme a la virtud es la más perfecta” Esto nos lleva a reconocer que virtud y felicidad es un estado deseable, pero parece que este estado se logra por medio de una actividad dirigida a este fin. En el mismo libro y capítulo, podemos leer “lo propio del hombre es, pues, la vida del espíritu, ya que el espíritu constituye en esencia al hombre” y más adelante en el capítulo 8 “ el hombre participa de la condición humana y en  que él comparte su existencia con numerosas personas, le es necesario, en primer lugar, ejercitar los actos conforme a la virtud moral, y tendrá necesidad de estos medios para vivir según su condición de hombre”  Veamos todo esto con algún detalle: el hombre comparte su existencia, tendrá necesidad de ejercitar sus actos conforme a la virtud moral, para alcanzar su condición de hombre y por lo tanto colmará su vida espiritual.
Todo este planteamiento hasta alcanzar la compenetración con la vida del espíritu se alcanza por medio de su actuar en el mundo, no está dado, lo dado es que el hombre participa per se de la vida del espíritu y éste es un intangible.
Del libro VI capítulo 1 entresacamos “de las virtudes del alma unas implicaban costumbres y las otras implicaban la inteligencia” Es decir costumbres e inteligencia nacen y son producto del principio básico del instinto de conservación, se hace lo que conviene.
De todo ello se deduce que según las reflexiones de Aristóteles la virtud y en consecuencia la moral no es connatural al ser humano. De las costumbres, del hacer, de los resultados positivos se van extrayendo unas consecuencias que se consideran favorables para la continuidad de las relaciones humanas, es decir favorables a cada persona. Esta disposición para obrar de una determinada manera, que se considera positiva, permanece y se afianza en la mente y en el subconsciente de forma que parece formar parte de la misma persona y es una reserva potencial para un obrar que se considera beneficioso.
Pero esta facultad de la persona no colma la totalidad de sus potencialidades. El ser humano es muy complejo y la expresión de su complejidad evocará por encima de todo la fortaleza de su instinto de permanencia y de superación.


VI-2019



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SOBRE LA ETICA NICOMAQUEA DE ARISTOTELES

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martes, 4 de junio de 2019



                                         Spinoza


Que Baruch Spinoza es uno de los ejemplos más preclaros del racionalismo primero es cosa perfectamente asumida hoy en día.
Pongamos un solo ejemplo del salto cualitativo que él intuyó perfectamente, aunque quizá no se atreviera a llegar a sus últimas consecuencias por las repercusiones que pudieran tener sus conclusiones en ámbitos religiosos o intelectuales de su entorno social y temporal.
En su “Tratado teológico-político” y en su Capitulo IV reza así: “Si examinamos ahora la naturaleza de la ley divina, …. Veremos lo siguiente: 1º Que es universal o común a todos los hombres, ya que la hemos deducido de la naturaleza humana en general. 2º Que no exige la fe en las historias, cualesquiera que sean; pues, como esta ley divina natural se comprende por la sola consideración de la naturaleza humana…”
La ley divina es la suma felicidad y el sumo conocimiento de la divinidad, y el de hombre está naturalmente imbuido ello, lo hemos deducido de la naturaleza humana en general, “por lo que debe ser considerada como innata y, por así decirlo, inscrita en la mente humana”
 se comprende por la sola consideración de la naturaleza, por lo tanto, la posibilidad de la máxima felicidad, del máximo conocimiento, está en la naturaleza humana como hecho independiente. La dualidad, la acreción, de la divinidad a este hecho es voluntarista, no se sigue de una lógica racional.  Aquí puede colegirse que o bien Spinoza estaba influenciado por los sentimientos de la Fe de su época o no se atrevió a dar un salto cualitativo fundamental en la historia del conocimiento humano. De cualquier forma, el solo hecho de plantear estas cuestiones tan clarividentes y polémicas le sitúan como uno de los pensadores más rupturistas no ya sólo de su tiempo sino de la misma historia del pensamiento moderno. Descartado el enfoque antropológico panteísta de Spinoza, estos caminos nos pueden llevar al origen de la moral y de la ética, aunque el tratamiento actual de esta temática difiera sustancialmente del recorrido y de las conclusiones a las que llegó Spinoza.
Otro ejemplo de la diversidad de su pensamiento lo tenemos en el Capítulo XIV al señalar que “el único objeto de la Escritura era enseñar la obediencia” “uno y otro Testamento no son otra cosa que una doctrina de obediencia”. La dualidad de su pensamiento, su racionalidad, es capaz de separar lo que la fe exige, la creencia absoluta en la Divinidad, de las repercusiones intrínsecas, seculares, de la doctrina ortodoxa.


V-19


domingo, 24 de marzo de 2019





               LA MORAL, SENTIMIENTO NATURAL

La moral es un sentimiento de benevolencia respecto al prójimo. Es un sentimiento natural propiciado por la sexualidad, la procreación, y un sentimiento de afirmación personal y de un incipiente sentido de responsabilidad y pertenencia de personas y objetos más próximos. La moral es la actuación de acuerdo con estos sentimientos. La racionalidad también incipiente refuerza estos sentimientos como forma positiva de la manifestación del instinto de supervivencia, instinto inconsciente, subjetivo pero impulsor de una conducta determinada. En definitiva, es el principio, el inicio de la evolución en cuanto seres humanos.
La fraternidad como principio de cohesión del grupo para subsistir, actuación adecuada a este objetivo y conducta eficiente adecuada a objetivos proporcionada por el desarrollo de una razón también en evolución constante. Es propiamente el nacimiento del ser humano.
Estos principios morales son la norma, la regla básica de la Humanidad. Junto con la racionalidad se ha ido articulando un entramado infinito de conductas y el producto ha sido una historia completa que incluye también un relato de cómo y en qué ha desembocado la propia moral universal. La moral se ha plasmado, con el transcurso del tiempo y de unas circunstancias absolutamente diversas, en unos hechos y resultados que son el fruto de la acción humana real. El estado de la moral en cualquier momento y lugar de la historia hasta el presente sería el promedio universal de todas las conciencias humanas y por definición lógica este promedio sería el que más se acercara a la raíz y génesis de la moral humana original. Es ahí donde siempre debe acudirse para inspirarse en los desarrollos y acomodamientos actuales y futuros. La evolución humana en su conjunto es la que marcará en definitiva también cómo debe evolucionar la moral y el pensamiento acomodado al momento y a lo que se proponga del futuro.
De la conexión perfecta entre el sentimiento y su consecuente moral y la inteligencia y conocimiento humanos como factores rectores de lo que es el ser humano, depende que el futuro de la humanidad conserve intacta su propia esencia. Su futuro depende de esta relación fundamental.
En definitiva, la moral parte del sentimiento natural propiciado por el instinto de conservación y evolucionado al unísono por el desarrollo de la razón.



14-3-19





sábado, 19 de enero de 2019

FORMAS DE PENSAR EL MUNDO



                                    FORMAS DE PENSAR EL MUNDO

¿Existe algún tipo de duda razonable que la Humanidad, los humanos, tengan una concepción errónea sobre sí mismos y sobre su/el mundo, y en consecuencia su actuar fuera asimismo improcedente, no concordante con la última realidad en ambos casos?
Naturalmente la pregunta es absolutamente retórica y sólo persigue confrontarla teóricamente, en primer lugar, en sus propios términos y en segundo lugar manejar una hipótesis de ficción desvinculada de cualquiera realidad actual. Al respecto sólo podemos conjeturar que cualquier tipo de civilización que podamos imaginar o que en un futuro impredecible pudiéramos llegar a contactar, siempre nos encontraríamos que su forma de vida respondería a sus condiciones naturales y materiales y por lo tanto sólo se puede afirmar que ambas deberían corresponderse equilibradamente y por lo tanto pensamiento, del tipo que tuviere, y acción serían los convenientes para mantener la condición de su tipo de vida. La única enseñanza que nosotros podríamos aprovechar sería que forzosamente tendrían que amoldarse a las condiciones existentes y a su vez y recíprocamente éstas condiciones habrían permitido la implantación y sostenimiento de aquel tipo de vida. Un tipo de vida posible también puede venir determinado por los limites impuestos por la Naturaleza, límites que marcarán el grado de libertad alcanzado por los componentes de una cierta clase de sociedad.
Esta respuesta es lógicamente impecable y hasta trivial y debería servir para cualquier tipo de vida en cualquier escenario posible. Si algún visitante exterior nos hubiera visitado en tiempos remotos o lo hiciera en la actualidad debería sacar la misma conclusión de una actuación eficaz, en su conjunto, de que la vida de cualquier tipo se ha ido adaptando a las condiciones medio ambientales y a sus circunstancias espaciotemporales. Racionalmente no hay otra posibilidad, por lo tanto, esto es exactamente lo que encontraríamos nosotros en una hipotética confrontacion con otros seres. La interacción dialéctica materialista de cualquier ser vivo con su medio natural puede llegar a proporcionar conocimiento de las condiciones materiales en que se desenvuelve y con facultades muy favorables de seres muy evolucionados se puede llegar a conseguir conocimiento más allá del contexto específico del hábitat natural, pero siempre será conocimiento físico-matemático del mundo, habitado o no. En condiciones apropiadas estos conocimientos son los que se pueden llegar a intercambiar. En cualquier caso, siempre sería traspaso de conocimiento físico, material.
También se dan en nuestro mundo alternativas de pensamiento diferenciado, concepciones filosóficas, metafísicas, religiosas, esotéricas, fantasiosas de mundos alternativos, etc. sin que la mención de esta mezcolanza signifique en ningún caso, ningún tipo de homogeneidad con concepciones naturales, de hecho pueden modificar y modifican, en grados diversos, conductas personales y aun sociedades enteras configurándolas a tenor de ideologías dominantes. Todas estas variantes y corrientes de pensamiento o enfoques vitales se corresponden y son demostración de la heterogeneidad de la sociedad humana. Otra cosa es la acción trascendente dentro de cualquier organización social. Aquí trascendente podría entenderse como aquella acción que permita desarrollar, aumentar, evolucionar, el conocimiento positivo general con alcance universal. Cualquier avance en este sentido debe valorarse objetivamente sea cual sea su motivación o causalidad especifica.
Sigamos analizando el hilo que debe conducirnos a la correspondencia entre pensamiento, acción y resultados objetivos de cualquier tipo de cultura o civilización.
Vayamos ahora al aspecto más importante que podríamos encontrarnos en una hipotética confrontación con una civilización extraña y desconocida. Y aquí vuelve a surgir por enésima vez la dualidad humana, humana en nuestro caso, entre materia y espíritu o si se prefiere entre razón y sentimiento.
La especie humana tampoco es el mejor ejemplo de moral integral a través de toda la evolución y su historia. Desde la antropofagia, las guerras interminables a través de los siglos, el esclavismo, y sobre todo el hecho más abominable de la especie humana, el y los holocaustos, es decir que cualquier análisis de un tipo determinado de desarrollo o civilización tendrá en cuenta sobre todo sus antecedentes históricos.
Nuestra evolución material e histórica, desde sus orígenes hasta nuestros días, nuestra civilización, se ha ido transformando hacia una conjunción real con características de universalidad, pero quedan residuos dentro de la sociedad humana que desdicen todos los esfuerzos dialécticos, éticos y morales que puedan alegarse en favor de una unanimidad inexistente en su realidad, pero no en su forma desiderativa.
Existen esfuerzos de la comunidad internacional a través de las asociaciones universales, internacionales, para concienciar progresivamente a toda la ciudadanía mundial en pos de un reconocimiento fundamental de la igualdad de todos los seres humanos y de su inviolabilidad y respetabilidad como personas libres e iguales.
Pero este aspecto de nuestra gran sociedad no es lo que queremos destacar aquí y ahora. Nuestra completa historia y su complejidad y extensión merece los esfuerzos de todos, pero no es ahora el momento ni la ocasión.
Podemos visualizar mentalmente la posibilidad remota de un tipo de vida o incluso de una clase de sociedad distinta absolutamente a la nuestra, oriunda o habitante de otros planetas.  Supongamos que la pretendida dualidad que a nosotros nos es inherente no existe en esa clase de vida o sociedad. En principio hagamos una distinción primordial y focalicemos la atención, en que la vida que podamos observar esté estructurada, jerarquizada y sea resultado de una progresiva civilización. Si esta civilización fuera la que nosotros tuviéramos acceso o llegara a nuestro planeta, por definición deberíamos reconocer que se trata de un tipo de sociedad desarrollada científicamente como mínimo a un grado que nosotros podamos observar y sopesar.
La objetivación sintética de cualquier tipo de sociedad desarrollada debería partir de los mismos principios básicos que aplicaríamos si se quisiera definir nuestra sociedad, es decir, fijándonos en la materialización de sus resultados.
Y este es el punto, la encrucijada a la que queríamos llegar. Convinimos que cualquier tipo de sociedad estructurada, en cualquiera de las formas posibles y que tenga o haya tenido un proceso vital previo, un tipo de vida, es decir que sus componentes sean seres animados, autónomos o interdependientes, para llegar a ser un grupo organizado y con resultados materiales que les permitan un tipo de supervivencia evolucionado y de largo alcance, han tenido que atravesar unas etapas evolutivas muy importantes. Es imposible imaginar que seres con algunas características como las mencionadas pudieran salir de la nada, o ser creados por alguien con poderes de infinita superioridad. Podrían ser creados por otros seres más avanzados, pero aquí tendríamos que retroceder y aplicar las mismas reglas lógicas a una hipotética civilización anterior.
Y a partir de este emparejamiento analógico en cuanto a resultados materiales de cualquier tipo de sociedad o civilización, es cuando podríamos encontrar la gran diferencia entre nuestro tipo de vida o civilización y otro radicalmente diferente en cuanto a lo que nosotros entendemos por moralidad o ética de la conducta y de los sentimientos.
Recuérdese nuestro interés en indagar si existen o pueden existir formas de pensamiento o de conocimiento distintas de las que nosotros tenemos incorporadas en nuestra forma de ser y de existir. Para ello estamos simulando una hipotética situación irreal en nuestra experiencia, que pudiera hacerse realidad en un futuro desconocido y que en cualquier caso nos sirviera de referencia, de contraste, e imaginativamente de posibilidades abiertas de comprensión de otras formas de vida y de pensamiento.
Aceptada la similitud material científico-tecnológica, aunque sólo sea como hipótesis de trabajo y en grado cuantitativo y/o cualitativo diferencial, resta ahora analizar el punto principal que estamos buscando y que es si esta sociedad, civilización, que hemos ido modelando figurativamente puede funcionar con otros parámetros distintos a los que nosotros estamos acostumbrados y si estas reglas de conducta  pudieran servirnos de algún tipo de pauta para una comprensión más profunda de nuestra realidad.
El único enfoque posible, aceptada la analogía materialista científico-técnica de un tipo de sociedad distinta a la nuestra, pero con un grado de desarrollo sustancial, podría ser averiguar cuáles pudieran ser sus motivos ideológicos, morales y éticos de conducta. Hemos de partir de nuestra dualidad sustancial como punto de referencia. Nuestro desarrollo material en alguna medida viene condicionado y a su vez condiciona nuestro tipo de vida, nuestro conocimiento de la totalidad de nuestro entorno y del mundo. Este es nuestro origen y nuestra evolución natural. Y la pertinente pregunta clave es si esta dualidad puede ser el diferencial absoluto con algún tipo de sociedad distinto al nuestro. ¿Puede algún tipo de sociedad haberse desarrollado o existir en algún momento sin ningún tipo de moralidad o ética de conducta? ¿Es esto posible? El análisis de esta cuestión puede servirnos también, y, en cualquier caso, como reflexión de nuestra situación actual y futura.
¿Se puede sobrevivir sin absolutamente ninguna moral de conducta? O ¿Cuál sería el mínimo de moral que garantizara la supervivencia? Este es el hilo que debe averiguarse. En primer lugar, sería primordial conocer cuál sería la forma de mantenerse, de nutrirse, sean productos perecederos o no, es de vital importancia conocerlo, y ¿son fáciles de obtener, existen indefinidamente? ¿cuáles pudieran ser sus fuentes de subsistencia? ¿Si entre su entorno hubiera seres vivos de rango evolucionado inferior deberían servirse de ellos para su subsistencia?  ¿Hay otros seres en su mundo? ¿Tienen que compartir nichos ecológicos con otras especies? Imaginemos una falta de moral absoluta, pero una lógica de que prevalezca por encima de todo el instinto de supervivencia del único tipo de vida de los más evolucionados. Lo cual comporta el mantenimiento y suministro de los niveles de productos aptos para la continuidad de aquel tipo de vida. Lo único importante, lo definitivo es esta continuidad indefinida, asegurarla por encima de cualquier otra consideración. Recordemos, estamos sólo elucubrando sobre una falta absoluta de moral respecto a un mundo o naturaleza exterior a una especie de vida diferente.
Cómo se puede sobrevivir. Si sobrevive cómo lo hace. Qué grados mínimos de moral se precisa para sobrevivir. Cuál es el tipo de alimentación de estos seres de dónde y cómo sobreviven físicamente. Ahí esta una parte de la guía para conocer su grado de dependencia o moral relativa.  De sus fuentes de la energía necesaria para su continuidad podríamos extraer cuales son sus relaciones con sus semejantes si los hubiere.
Si fueran seres biológicos deberían tener cadenas emparentadas. El principal, el primer deber de cualquier ser biológico, del que nace cualquier tipo de moral es el de su instinto de supervivencia y en segundo termino el instinto de reproducción al menos de su misma especie. Esto equivale a salvaguardarse a sí mismo y al reconocimiento de otros seres que conforman su cadena vital. Si cualquier tipo de ser vivo aspira o tiene tendencia natural a una evolución deberá contar al menos con los individuos de su misma especie. Tanto la cadena alimentaria como la estructura material que soporte una civilización que progrese deberá contar con los efectivos que desarrollen toda una pluralidad de acciones distintas. Si todos los individuos de esa sociedad se bastan a sí mismos, es decir, si todos los individuos necesarios para llevar a cabo todos los trabajos son de la misma especie es posible su subsistencia, pero estamos ante el supuesto de una falta de moral absoluta. Hemos de recordar que lo que estamos buscando aquí transversalmente es la posibilidad de encontrar pensamientos alternativos a los nuestros. Si la sociedad hipotética que estamos imaginando fuera similar en características a las nuestras, el tipo de pensamiento que desarrollarían sería fundamental y homologablemente también como el nuestro.
Volvamos a aquella sociedad imaginada. Supongamos que sí existen otros tipos de vida alternativos diferenciados. Si estos últimos forman sociedades distintas y tienen distintos enclaves, y las fuentes de su reciclarse energético no interfiere el de los primeros, no tiene, en principio, que chocar con la primera sociedad. Pero en cuanto convivan diferentes tipos de vida, los mas fuertes se adueñarán de todo lo que necesiten por encima de las necesidades de los menos favorecidos. No importará liquidar una sociedad que esté molestando en su desarrollo. Si otra clase de vida es biológicamente inferior y puede ser utilizada en beneficio de la principal, así se hará. En cuanto sean de utilidad los demás seres serán respetados y aprovechadas sus facultades en beneficio de la principal. Bien, la idea parece clara. La moralidad, si puede llamarse así, sólo existe para beneficio de una sola forma de vida. Las demás no importan.
Este enfoque es sustancial porque aquí sí existe una diferencia fundamental respecto a nuestro tipo de sociedad humana. La nuestra es o pretende ser comprensiva con todos los seres que la componen, otra cosa son las imperfecciones históricas y actuales que se produzcan, pero existe el sentimiento generalizado y universal de los objetivos que nos hemos marcado. Por el contrario, el otro tipo de sociedad asume sólo el rol materialista científico-técnico pero su actuación digamos moral no existe y no obliga a nada que no sea la propia seguridad y la objetividad de una vida y un conocimiento objetivamente materialista del mundo.
Veamos ahora, para finalizar, algunas consideraciones epistemológicas respecto al enfoque teórico que aquí se ha querido representar. Siempre se ha aceptado como dogma, que la sustancialidad humana es dual por naturaleza, que es congénita. Y esto sólo es cierto por el advenimiento en la evolución temprana de la especie humana, mejor, antes de evolucionar nuestra especie como tal, ya en las especies inferiores, existió de facto un reconocimiento, una necesidad vital, de sentir, de sentirse partícipe activa y pasivamente no sólo de sí mismo y de su estirpe sino de la necesidad y utilidad de reconocer el mundo exterior como formando parte de su hábitat natural. Otra consideración fundamental es que la especie humana produce individuos diferenciados y ello conlleva una complejidad estructural de la sociedad humana con infinitas situaciones conflictivas que deben ser tratadas con principios morales, éticos y justos. Este es nuestro mundo y nuestro tipo de convivencia que debe ser enfrentado a cualquier otro sistema que en un futuro pudiera aparecernos como alternativa, sin descartar los cambios que pudieran sobrevenir no sólo en nuestro propio mundo sino en eventos que hoy sólo pueden ser objeto de fantasías y/o elucubraciones basadas en indicios que nuestra civilización pudiera ir rastreando en nuestro universo más cercano y accesible.


18-I-2019