Spinoza
Que Baruch Spinoza es
uno de los ejemplos más preclaros del racionalismo
primero es cosa perfectamente asumida hoy en día.
Pongamos un solo
ejemplo del salto cualitativo que él
intuyó perfectamente, aunque quizá no se atreviera a llegar a sus últimas
consecuencias por las repercusiones que pudieran tener sus conclusiones en
ámbitos religiosos o intelectuales de su entorno social y temporal.
En su “Tratado teológico-político” y en su
Capitulo IV reza así: “Si examinamos
ahora la naturaleza de la ley divina, …. Veremos lo siguiente: 1º Que es universal o común a todos los hombres,
ya que la hemos deducido de la
naturaleza humana en general. 2º Que no exige la fe en las historias,
cualesquiera que sean; pues, como esta ley
divina natural se comprende por la
sola consideración de la naturaleza humana…”
La ley divina es la
suma felicidad y el sumo conocimiento de la divinidad, y el de hombre está naturalmente imbuido ello,
lo hemos deducido de la naturaleza
humana en general, “por lo que debe ser considerada como innata y, por así decirlo, inscrita en la mente humana”
se comprende por la sola consideración de la
naturaleza, por lo tanto, la posibilidad de la máxima felicidad, del máximo
conocimiento, está en la naturaleza
humana como hecho independiente. La dualidad, la acreción, de la divinidad
a este hecho es voluntarista, no se sigue de una lógica racional. Aquí puede
colegirse que o bien Spinoza estaba influenciado por los sentimientos de la Fe
de su época o no se atrevió a dar un salto
cualitativo fundamental en la historia del conocimiento humano. De
cualquier forma, el solo hecho de plantear estas cuestiones tan clarividentes
y polémicas le sitúan como uno de los pensadores
más rupturistas no ya sólo de su
tiempo sino de la misma historia del pensamiento moderno. Descartado el enfoque
antropológico panteísta de Spinoza, estos caminos
nos pueden llevar al origen de la moral
y de la ética, aunque el
tratamiento actual de esta temática difiera sustancialmente del recorrido y de las
conclusiones a las que llegó Spinoza.
Otro ejemplo de la
diversidad de su pensamiento lo tenemos en el Capítulo XIV al señalar que “el
único objeto de la Escritura era
enseñar la obediencia” “uno y otro
Testamento no son otra cosa que una doctrina
de obediencia”. La dualidad de su pensamiento, su racionalidad, es capaz de separar lo que la fe exige, la creencia
absoluta en la Divinidad, de las repercusiones
intrínsecas, seculares, de la doctrina ortodoxa.
V-19
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