FORMAS DE PENSAR EL MUNDO
¿Existe algún tipo de duda razonable que la Humanidad, los humanos, tengan una concepción errónea sobre sí mismos y
sobre su/el mundo, y en consecuencia su actuar fuera asimismo improcedente, no
concordante con la última realidad
en ambos casos?
Naturalmente la pregunta es absolutamente retórica
y sólo persigue confrontarla teóricamente, en primer lugar, en sus propios
términos y en segundo lugar manejar una hipótesis
de ficción desvinculada de cualquiera realidad actual. Al respecto sólo podemos
conjeturar que cualquier tipo de
civilización que podamos imaginar o que en un futuro impredecible
pudiéramos llegar a contactar, siempre nos encontraríamos que su forma de vida respondería a sus
condiciones naturales y materiales y por lo tanto sólo se puede afirmar que
ambas deberían corresponderse equilibradamente y por lo tanto pensamiento, del tipo que tuviere, y acción serían los convenientes para mantener la condición de su tipo de vida. La
única enseñanza que nosotros podríamos aprovechar sería que forzosamente
tendrían que amoldarse a las condiciones
existentes y a su vez y recíprocamente éstas condiciones habrían permitido
la implantación y sostenimiento de aquel tipo de vida. Un tipo de vida posible
también puede venir determinado por
los limites impuestos por la Naturaleza, límites que marcarán el grado de libertad alcanzado
por los componentes de una cierta clase de sociedad.
Esta respuesta
es lógicamente impecable y hasta trivial
y debería servir para cualquier tipo de vida en cualquier escenario posible. Si
algún visitante exterior nos hubiera
visitado en tiempos remotos o lo hiciera en la actualidad debería sacar la misma conclusión de una actuación
eficaz, en su conjunto, de que la vida de cualquier tipo se ha ido adaptando a
las condiciones medio ambientales y a sus circunstancias espaciotemporales. Racionalmente
no hay otra posibilidad, por lo tanto, esto es exactamente lo que encontraríamos nosotros en una hipotética confrontacion con otros
seres. La interacción dialéctica
materialista de cualquier ser vivo con su medio natural puede llegar a proporcionar conocimiento de las
condiciones materiales en que se desenvuelve y con facultades muy favorables de
seres muy evolucionados se puede llegar a conseguir
conocimiento más allá del contexto específico del hábitat natural, pero
siempre será conocimiento físico-matemático del mundo, habitado o no. En
condiciones apropiadas estos conocimientos
son los que se pueden llegar a intercambiar.
En cualquier caso, siempre sería traspaso
de conocimiento físico, material.
También se dan en nuestro mundo alternativas
de pensamiento diferenciado,
concepciones filosóficas, metafísicas, religiosas, esotéricas, fantasiosas de
mundos alternativos, etc. sin que la mención de esta mezcolanza signifique en
ningún caso, ningún tipo de homogeneidad con concepciones naturales, de hecho pueden modificar y modifican, en
grados diversos, conductas personales y aun sociedades enteras configurándolas
a tenor de ideologías dominantes.
Todas estas variantes y corrientes de pensamiento o enfoques vitales se
corresponden y son demostración de la heterogeneidad
de la sociedad humana. Otra cosa es
la acción trascendente dentro de
cualquier organización social. Aquí trascendente podría entenderse como aquella
acción que permita desarrollar, aumentar, evolucionar, el
conocimiento positivo general con alcance universal. Cualquier avance en
este sentido debe valorarse objetivamente
sea cual sea su motivación o causalidad especifica.
Sigamos analizando el hilo que debe
conducirnos a la correspondencia
entre pensamiento, acción y resultados objetivos de cualquier tipo
de cultura o civilización.
Vayamos ahora al aspecto más importante que
podríamos encontrarnos en una hipotética confrontación con una civilización
extraña y desconocida. Y aquí vuelve a surgir por enésima vez la dualidad humana, humana en nuestro
caso, entre materia y espíritu o si se prefiere entre razón y sentimiento.
La especie humana tampoco es el mejor ejemplo
de moral integral a través de toda la evolución y su historia. Desde la
antropofagia, las guerras interminables a través de los siglos, el esclavismo,
y sobre todo el hecho más abominable de la especie humana, el y los holocaustos,
es decir que cualquier análisis de un tipo determinado de desarrollo o
civilización tendrá en cuenta sobre todo sus antecedentes históricos.
Nuestra evolución
material e histórica, desde sus orígenes hasta nuestros días, nuestra civilización,
se ha ido transformando hacia una conjunción real con características de universalidad, pero quedan residuos dentro de la
sociedad humana que desdicen todos los esfuerzos dialécticos, éticos y morales
que puedan alegarse en favor de una unanimidad
inexistente en su realidad, pero no en su forma desiderativa.
Existen esfuerzos de la comunidad internacional a través de las asociaciones universales,
internacionales, para concienciar progresivamente
a toda la ciudadanía mundial en pos
de un reconocimiento fundamental de la igualdad
de todos los seres humanos y de su
inviolabilidad y respetabilidad como personas libres e iguales.
Pero este aspecto de nuestra gran sociedad no
es lo que queremos destacar aquí y ahora. Nuestra completa historia y su complejidad
y extensión merece los esfuerzos de todos,
pero no es ahora el momento ni la ocasión.
Podemos visualizar mentalmente la posibilidad
remota de un tipo de vida o incluso de una clase de sociedad distinta absolutamente a la nuestra, oriunda o habitante
de otros planetas. Supongamos que la
pretendida dualidad que a nosotros
nos es inherente no existe en esa
clase de vida o sociedad. En principio hagamos una distinción primordial y focalicemos
la atención, en que la vida que
podamos observar esté estructurada, jerarquizada y sea
resultado de una progresiva
civilización. Si esta civilización fuera la que nosotros tuviéramos acceso o
llegara a nuestro planeta, por
definición deberíamos reconocer que
se trata de un tipo de sociedad
desarrollada científicamente como mínimo a un grado que nosotros podamos observar
y sopesar.
La objetivación
sintética de cualquier tipo de sociedad desarrollada debería partir de los
mismos principios básicos que
aplicaríamos si se quisiera definir nuestra sociedad, es decir, fijándonos en
la materialización de sus resultados.
Y este es el punto, la encrucijada a la que queríamos llegar. Convinimos que cualquier
tipo de sociedad estructurada, en
cualquiera de las formas posibles y que tenga o haya tenido un proceso vital previo, un tipo de
vida, es decir que sus componentes sean seres
animados, autónomos o interdependientes, para llegar a ser un grupo
organizado y con resultados materiales que les permitan un tipo de
supervivencia evolucionado y de largo alcance, han tenido que atravesar unas etapas evolutivas muy importantes. Es imposible imaginar que seres con
algunas características como las mencionadas pudieran salir de la nada, o ser creados por alguien con poderes de
infinita superioridad. Podrían ser creados por otros seres más avanzados, pero
aquí tendríamos que retroceder y aplicar las mismas reglas lógicas a una
hipotética civilización anterior.
Y a partir de este emparejamiento analógico en cuanto a resultados materiales de
cualquier tipo de sociedad o civilización, es cuando podríamos encontrar la gran diferencia entre nuestro tipo de
vida o civilización y otro radicalmente diferente en cuanto a lo que nosotros
entendemos por moralidad o ética de la
conducta y de los sentimientos.
Recuérdese nuestro interés en indagar si
existen o pueden existir formas de pensamiento o de conocimiento distintas de las que nosotros tenemos
incorporadas en nuestra forma de ser y de existir. Para ello estamos simulando
una hipotética situación irreal en
nuestra experiencia, que pudiera hacerse realidad en un futuro desconocido y
que en cualquier caso nos sirviera de referencia, de contraste, e
imaginativamente de posibilidades abiertas de comprensión de otras formas de vida y de pensamiento.
Aceptada la similitud material científico-tecnológica, aunque sólo sea como
hipótesis de trabajo y en grado cuantitativo y/o cualitativo diferencial, resta
ahora analizar el punto principal que estamos buscando y que es si esta
sociedad, civilización, que hemos ido modelando figurativamente puede funcionar con otros parámetros distintos a los que nosotros
estamos acostumbrados y si estas reglas de conducta pudieran servirnos de algún tipo de pauta
para una comprensión más profunda de nuestra realidad.
El único enfoque posible, aceptada la analogía materialista científico-técnica de un tipo de
sociedad distinta a la nuestra, pero con un grado de desarrollo sustancial, podría
ser averiguar cuáles pudieran ser sus motivos
ideológicos, morales y éticos de conducta. Hemos de partir de nuestra dualidad sustancial como punto de
referencia. Nuestro desarrollo material
en alguna medida viene condicionado
y a su vez condiciona nuestro tipo
de vida, nuestro conocimiento de la
totalidad de nuestro entorno y del mundo. Este es nuestro origen y nuestra evolución
natural. Y la pertinente pregunta clave es si esta dualidad puede ser el
diferencial absoluto con algún tipo de sociedad distinto al nuestro. ¿Puede
algún tipo de sociedad haberse desarrollado o existir en algún momento sin ningún tipo de moralidad o ética de conducta? ¿Es esto posible? El análisis de
esta cuestión puede servirnos también, y, en cualquier caso, como reflexión de nuestra situación actual y
futura.
¿Se puede sobrevivir
sin absolutamente ninguna moral de conducta? O ¿Cuál sería el mínimo de moral que garantizara la supervivencia? Este es el hilo que debe
averiguarse. En primer lugar, sería primordial conocer cuál sería la forma de mantenerse, de nutrirse, sean productos
perecederos o no, es de vital importancia conocerlo, y ¿son fáciles de obtener,
existen indefinidamente? ¿cuáles pudieran ser sus fuentes de subsistencia? ¿Si entre su entorno hubiera seres vivos de rango evolucionado
inferior deberían servirse de ellos para su subsistencia? ¿Hay otros
seres en su mundo? ¿Tienen que compartir nichos
ecológicos con otras especies? Imaginemos
una falta de moral absoluta, pero una lógica de que prevalezca por encima de
todo el instinto de supervivencia del único tipo de vida de
los más evolucionados. Lo cual comporta el mantenimiento
y suministro de los niveles de productos aptos para la continuidad de aquel tipo de vida. Lo único importante, lo
definitivo es esta continuidad indefinida, asegurarla por encima de cualquier
otra consideración. Recordemos, estamos sólo elucubrando sobre una falta absoluta de moral respecto a un mundo o naturaleza exterior a una especie de
vida diferente.
Cómo se puede sobrevivir. Si sobrevive cómo lo
hace. Qué grados mínimos de moral se precisa para sobrevivir. Cuál es el tipo
de alimentación de estos seres de dónde y cómo sobreviven físicamente. Ahí esta
una parte de la guía para conocer su grado de dependencia o moral relativa. De sus fuentes de la energía necesaria para su
continuidad podríamos extraer cuales son sus relaciones con sus semejantes si los hubiere.
Si fueran seres
biológicos deberían tener cadenas emparentadas. El principal, el primer deber de cualquier ser
biológico, del que nace cualquier tipo de moral es el de su instinto de supervivencia y en segundo
termino el instinto de reproducción al menos de su misma especie. Esto equivale
a salvaguardarse a sí mismo y al reconocimiento
de otros seres que conforman su cadena
vital. Si cualquier tipo de ser vivo aspira o tiene tendencia natural a una
evolución deberá contar al menos con los individuos
de su misma especie. Tanto la cadena alimentaria como la estructura
material que soporte una civilización
que progrese deberá contar con los efectivos que desarrollen toda una pluralidad de acciones distintas. Si
todos los individuos de esa sociedad se bastan a sí mismos, es decir, si todos
los individuos necesarios para llevar a cabo todos los trabajos son de la misma
especie es posible su subsistencia, pero estamos ante el supuesto de una falta
de moral absoluta. Hemos de recordar que lo que estamos buscando aquí transversalmente
es la posibilidad de encontrar pensamientos
alternativos a los nuestros. Si la sociedad
hipotética que estamos imaginando fuera similar en características a las
nuestras, el tipo de pensamiento que
desarrollarían sería fundamental y homologablemente también como el nuestro.
Volvamos a aquella sociedad imaginada. Supongamos
que sí existen otros tipos de vida
alternativos diferenciados. Si estos últimos forman sociedades distintas y tienen distintos enclaves, y las fuentes de
su reciclarse energético no
interfiere el de los primeros, no tiene, en principio, que chocar con la primera
sociedad. Pero en cuanto convivan
diferentes tipos de vida, los mas fuertes
se adueñarán de todo lo que necesiten por encima de las necesidades de los
menos favorecidos. No importará liquidar
una sociedad que esté molestando en su desarrollo. Si otra clase de vida es biológicamente inferior y puede ser utilizada en beneficio de la principal, así se hará.
En cuanto sean de utilidad los demás
seres serán respetados y aprovechadas sus facultades en
beneficio de la principal. Bien, la idea parece clara. La moralidad, si puede llamarse así, sólo existe para beneficio de una sola forma de vida. Las demás no importan.
Este enfoque es sustancial porque aquí sí
existe una diferencia fundamental
respecto a nuestro tipo de sociedad humana. La nuestra es o pretende ser comprensiva con todos los seres que la
componen, otra cosa son las imperfecciones históricas y actuales que se
produzcan, pero existe el sentimiento
generalizado y universal de los objetivos que nos hemos marcado. Por el contrario,
el otro tipo de sociedad asume sólo el rol materialista
científico-técnico pero su actuación digamos moral no existe y no obliga a nada que no sea la propia seguridad y la objetividad de una
vida y un conocimiento objetivamente
materialista del mundo.
Veamos ahora, para finalizar, algunas
consideraciones epistemológicas respecto al enfoque teórico que aquí se ha
querido representar. Siempre se ha aceptado como dogma, que la sustancialidad humana es dual por naturaleza, que es congénita.
Y esto sólo es cierto por el advenimiento en la evolución temprana de la especie humana, mejor, antes de
evolucionar nuestra especie como tal, ya en las especies inferiores, existió de
facto un reconocimiento, una necesidad
vital, de sentir, de sentirse partícipe activa y pasivamente no sólo de sí
mismo y de su estirpe sino de la necesidad
y utilidad de reconocer el mundo exterior como formando parte de su hábitat natural. Otra consideración
fundamental es que la especie humana
produce individuos diferenciados y
ello conlleva una complejidad
estructural de la sociedad humana con infinitas situaciones conflictivas
que deben ser tratadas con principios
morales, éticos y justos. Este es nuestro
mundo y nuestro tipo de convivencia que debe ser enfrentado a cualquier otro sistema que en un futuro pudiera
aparecernos como alternativa, sin
descartar los cambios que pudieran
sobrevenir no sólo en nuestro propio mundo sino en eventos que hoy sólo pueden
ser objeto de fantasías y/o elucubraciones
basadas en indicios que nuestra
civilización pudiera ir rastreando en nuestro
universo más cercano y accesible.
18-I-2019
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