TEMPUS FÚGIT
LA
FOTOGRAFÍA Y EL TIEMPO
La intención
del fotógrafo es captar la instantánea
de un mundo que se le ofrece y al que él asiste como invitado.
Esta
capacidad de plasmar en un documento
visual, más allá del mero instrumento descriptivo de una realidad, tiene implicaciones gnoseológicas destacadas.
Al individuo no le es permitido detener
el tiempo sin la ayuda de ningún
artilugio. Tampoco lo detiene por el hecho de captarlo o congelarlo en un papel.
Pero ese es un instante de cruce, de
confluencia, de la técnica humana y de la realidad de su mundo circundante.
El
hombre es un observador del tiempo en movimiento. El mundo es universalmente dinámico. No hay ni una porción del
Universo que no esté en movimiento
continuo. El movimiento, o la
energía que le es inherente, es espacial y temporal.
No es posible captar esta complejidad
infinita en un instante que también podría descomponerse infinitamente. La mirada del ser humano capta un instante de la realidad
observada, pero es un instante que no se
puede descomponer y a continuación sucede otro instante de forma
irremediable. La fotografía capta ese instante de una mirada humana
y lo congela en un papel. No es
propiamente la realidad intrínseca lo que queda plasmado, es la visión humana de esa realidad.
En este
sentido la fotografía equivaldría a la mirada
humana cuando ésta fija su atención
en una porción de naturaleza aparentemente
estática o inerte. Si lo que
observamos es la vida en movimiento
lo que el fotograma nos muestra
es un corte en este nuestro punto de
vista. Todo lo anterior confluye en una primera idea como aproximación a la
materialidad del hecho fotográfico,
esto es la equivalencia de la visión
humana sincrónica al hecho fotográfico.
El video y las otras técnicas de animación
plantean un problema similar, pero lo que hace es simular el desplazamiento de la acción en el tiempo. Se puede revivir el pasado. La fotografía fija la atención en un punto, es intensa porque pretende la
expresión en un solo fotograma. El corte
que la fotografía infringe a la realidad debe llevar toda la carga intencional de lo que se pretende
hacer llegar al observador. Y si bien es cierto que la mirada humana consigue
los mismos objetivos, aun en mayor escala, la memoria se desvanece y las impresiones se suceden
ininterrumpidamente, sin embargo, con la fotografía
podemos revivir, recordar y asumir
objetivos.
La pintura clásica, figurativa,
expositiva, descriptiva, puede incluir intencionalidad en mayor proporción que
la fría fotografía, pero no es reflejo
exacto de una realidad cotidiana
También la fotografía
puede incluir manipulación expositiva
de acuerdo entre el fotógrafo y una escena manipulada o con trabajo posterior de
laboratorio, pero esto ya no es exactamente de lo que estamos hablando.
Tanto si la fotografía es de consumo interno, es decir si la pretensión es de plasmar imágenes
familiares, anecdóticas, placenteras, esporádicas y sin otra finalidad que sean
documentos recordatorios de índole
privada, como si la pretensión
es más artística, de denuncia social, o de dar a conocer países, paisajes o lugares que la
sociedad pueda y deba conocer, la función
del artilugio fotográfico respecto a plasmar
gráficamente una realidad momentánea
es la misma en cualquier
circunstancia. El tiempo no se detiene,
pero parece congelado en un documento que retrotrae a aquel instante preciso de
su exposición y su observación permite
revivir un tiempo, una situación o una emoción del pasado.
17-1-16
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