martes, 15 de marzo de 2011









LA MUJER EN LA SOCIEDAD

Una de las revoluciones sociales más importantes de los últimos tiempos ha sido y es la rápida incorporación de la mujer a lo que tradicionalmente ha sido el mundo del hombre. La mujer nunca ha estado ociosa, lo que ha cambiado y está cambiando es la división de funciones en las nuevas sociedades. El cambio ha sido paulatino y progresivo; desde el derecho al voto en las democracias, pasando por la incorporación al trabajo y por la revolución sexual de los anticonceptivos que prácticamente ha igualado la mujer al hombre en este terreno.
El conjunto de la humanidad puede beneficiarse por la aportación masiva de nuevos refuerzos en pos de un mayor progreso y desarrollo en todos los ámbitos. La estructura interna de la sociedad puede verse afectada en su núcleo familiar hacia formas más distendidas e igualitarias en todos los niveles. Paralelamente también se reforzarán los aspectos educativos y asistenciales que, de forma externa, coadyuven a mantener los núcleos sociales tradicionales o adaptados a las nuevas circunstancias.
La incorporación de la mujer al trabajo le proporciona libertad y seguridad en sí misma, pero para sentirse plenamente realizada en el mismo debería realizar aquellas funciones que le proporcionaran aquella satisfacción, pero este aspecto es muy difícil de lograr (¿cuántos hombres se sienten realizados en su trabajo?) Muchas veces la independencia económica exige una contraprestación muy onerosa. En este aspecto tanto los hombres como las mujeres deberán imbuirse de una verdadera cultura del trabajo como una de las formas participativas mas positivas de nuestras sociedades.
Cuando la mujer se incorpora a las estructuras económicas, sociales o políticas o de cualquier otro tipo, y si antes estaban mayoritariamente ocupadas por hombres, su aportación será positiva siempre en el mismo grado que pueda serlo la aportación de los hombres, sin diferenciación por sexos, pero la mujer, como cualquier hombre, será absorbida por la estructura y su función no se diferenciará de cualquiera que ocupe aquel lugar en la organización. Una empresaria, una presidenta de gobierno o una ministra no se diferenciará del mismo cargo ocupado por otra persona de cualquiera de ambos sexos. No habrá diferencia. Puede haber otros campos institucionales no ligados exclusivamente a intereses económicos o de poder político en los cuales sea posible aportar diferencias cualitativas más propias del género femenino. También es cierto que conforme la mujer vaya copando numéricamente lugares de responsabilidad en cualquier tipo de institución y organización de ámbitos nacionales o internacionales, su influencia se verá marcadamente diferenciada en razón de su visión general no coincidente exactamente o totalmente con la del hombre. En cuanto las mujeres ocupando altos cargos de responsabilidad puedan relacionarse en igualdad de condiciones con otras mujeres en cargos similares, podrán entonces introducir estilos, formas y sentidos profundos diferenciados a sus gestiones. Es entonces cuando se verá efectivamente la gran aportación de la mujer al mundo moderno.
Estas transformaciones en la composición activa de la sociedad son un paso más en nuestra evolución y desarrollo. La especie humana se verá enriquecida por aportaciones diferenciadas que transformarán la configuración de la sociedad que hasta ahora ha existido, pero la problemática del ser humano consigo mismo y su relación con el mundo seguirán perennemente.





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