CONVIVENCIA Y VIOLENCIA DE GÉNERO
Normal y naturalmente el hombre y la mujer viven en pareja y pasada la etapa de compenetración profunda de un ser con el otro, de enamoramiento unitario, resurge la individualidad egoísta por cada parte pero se sigue compartiendo la convivencia por mantener el núcleo familiar, por afecto y amor conyugal, por conveniencia y practicidad social, por costumbre, interés práctico y económico.
Las costumbres, la cultura, la educación, el respeto mutuo preservan la convivencia.
En el modelo antiguo pero que aún pervive, de convivencia la relación era de sumisión, de desigualdad y era para siempre, Se aceptaba la agresión moral y física como de relación natural. Al denunciarse la injusticia de esta situación e ir cambiando el modelo hacia una autodeterminación de igualdad de derechos, la parte a la que se le sustrae el dominio se siente amenazada y frustrada y vuelca su odio y rencor y hasta su fuerza física sobre su pareja. El cambio de paradigma y el camino hacia la igualdad debe recorrerse conjuntamente. Se ha de promover el convencimiento hacia el respeto profundo de todos los seres por igual y articular nuevas reglas de conducta acordes con los nuevos parámetros elaborados en armonía conjunta.