jueves, 20 de febrero de 2020

CIENCIA Y CONOCIMIENTO


                  
                          CIENCIA Y CONOCIMIENTO

Es importante acercarse en estos momentos al significado y trascendencia de la ciencia. Prácticamente y casi desde su nacimiento e instauración y se la adjetivó como conocimiento autónomo se la ha idolatrado como pilar inconmovible de todo saber, pero también ha tenido y tiene actualmente no sus detractores absolutos, sino que no es suficientemente estimada como valor supremo de conocimiento y quizá es relativizada en exceso. Sería importante repensar y actualizar algunos aspectos gnoseológicos que sitúen a la ciencia en lo que es y representa en nuestros días y asentarla en su justa medida respecto al conjunto de la sociedad humana.
La ciencia ha sido y es la que ha inducido a la transformación material del mundo mediante la labor humana guiada por su racionalidad. El resultado de esta labor y de esta transformación proporciona a su vez nuevo conocimiento que se incrementa de forma acumulativa. El punto crucial que se quiere destacar es que la ciencia y en consecuencia la racionalidad humana no llega nunca a agotar la última realidad del objeto y objetivo (si es que lo tiene) de la Naturaleza. Siempre nos encontramos con la última barrera infranqueable, desconocida, al menos en su circunstancia temporal.
Nuestro conocimiento no es un valor absoluto, no puede serlo. Nuestra limitación humana nos impide acceder a la comprensión del todo. Cuanto más nos acercamos a un punto concreto de nuestra investigación más nos alejamos de la totalidad. Aun juntando todas las piezas de este tablero inconmensurable (¿quién las junta?) no llegaríamos a una visión universal univoca, esta es nuestra limitación.
La ciencia se ha convertido en tecnociencia. Cualquier avance se valora en función de su utilidad material. Los protagonistas de estos avances, que normalmente son equipos de trabajo, son personas con alta formación técnica que normalmente no pueden valorar su trabajo más allá de su zona específica de influencia. El conocimiento directo adquirido por su investigación, por su trabajo, es solo una pieza, un engranaje, en el sector en que se ha producido. En sí mismo no produce visión de conjunto.
Entonces surge la pregunta clave ¿Cuál es el valor de la ciencia o lo que la ciencia produce? En principio es una respuesta muy simple pero que esconde un gran interrogante. Lo que la ciencia ha proporcionado siempre y sigue proporcionando, en un proceso acumulativo y acelerado, es la transformación material y estructural de la sociedad. No es la ciencia, es la razón humana aplicada.
La ciencia, o si se prefiere la tecnociencia, proporciona dos avances importantes: mayor bienestar material y por lo tanto mayor seguridad, longevidad,  y tiempo libre, y en segundo lugar una base de conocimientos específicos con dos variantes : la primera proporciona una plataforma fija cada vez más sólida  para seguir avanzando y en general sirve también para descartar falacias, tergiversaciones, falsedades, ideas, y teorías sin base alguna y práctica y objetivamente descartables, al menos por principios epistemológicos simples. Pero el mundo estructurado tecnológicamente no puede dar cuenta a las preguntas formuladas ya por Kant: ¿Qué debo hacer?, ¿qué puedo saber?, ¿qué me está permitido esperar? y sobre todo ¿qué es el hombre?  Lo que se puede y se debe hacer es seguir investigando y ampliando el conocimiento de la Naturaleza en toda su amplitud. A partir de ahí los interrogantes son imponderables e infinitos, siempre se puede avanzar, siempre es necesaria la voluntad de perseguir objetivos por lejanos que se nos antojen. El conocimiento final absoluto no está a nuestro alcance. A partir de conocimientos cada vez más sólidos, más contrastados, iremos elucubrando nuestras teorías, hipótesis y también, porque no creencias, que son formas exclusivas de nuestra naturaleza humana.



II-2020










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