ENSUEÑO Y REALIDAD
La mención de Schopenhauer a P. Calderón
de la Barca es reiterativa y vale la pena detenerse en el tema que interesa
al primero de estos autores y que no es otro que los sueños extraído de
la obra que le da título “La vida en sueño”. Veamos en primer
lugar sucintamente cuál es la pretensión del escritor español en exponer un tema
por lo demás tan universal y conocido en su apreciación más cotidiana.
Al menos en primera instancia parece que Calderón no se aparta demasiado de la concepción
universal y popular de lo que los sueños parecen ser como una vida paralela
y con alguna influencia entre ambas o incluso que la vida misma, la que
conocemos como tal, en realidad podría ser un sueño. Pero ¿un sueño de
quién? En el soliloquio de Segismundo el problema todavía no aparece como
motivo principal de la obra calderoniana. Segismundo afronta su anhelo de una
vida plena, su ansia de libertad. Sabe cómo es la vida fuera de su caverna y se
duele de su condición.
Para restituirlo a su excelsa condición por
nacimiento discurren un procedimiento mediante el cual Segismundo pueda obrar
libremente, pero el Rey, su padre, vigilará la procedencia de sus acciones y
previendo que éstas pudieran dañar la alta magistratura que han otorgado a
Segismundo, harían creer a éste que todo ha sido un sueño, que
nada ha sucedido realmente, y lo restituirían a su anterior condición de
prisionero en la cueva. Recuérdese la cueva de Platón. Aquí se juega con
el ardid, con el engaño de emparejar sueño y realidad. El tema
del sueño y la realidad se afrontan desde el exterior de la persona
implicada, se atiende más a la creencia popular, a la distinción,
a la relación que parece existir entre ambos.
Cuando Segismundo despierta después de haberlo
adormecido, es Calderón quien lo introduce en un estado de perplejidad
inexplicable. Calderón con una versificación admirable y diáfana nos cuenta su
despertar:
¿Yo despertar de dormir
en lecho tan excelente?
Decir que sueño es engaño;
Bien sé que despierto estoy.
¿Yo Segismundo no soy?
¿Qué es lo que pasa por mí?
Segismundo nunca relata sus sueños, siempre
está consciente. Siempre hay un yo. Siempre existe la conciencia de sí.
“…..pues estamos en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive sueña
lo que es hasta despertar.
Segismundo siempre se refiere a él mismo como
si hubiera soñado o pudiera soñar, pero no es así, siempre es el mismo
Segismundo. Duda, no está seguro, entonces se previene obrar bien por si acaso
fuera cierta esta suposición.
“¿Qué es la vida? Un frenesí.
“¿Qué es la vida? Una ilusión,
Una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.”
Para Calderón los sueños son una
ficción, suponen un estado diferenciador de la realidad. Calderón
parece intuir un problema, pero no profundiza ni intenta resolverlo. Es
un dramaturgo que expone un sentimiento generalizado.
Schopenhauer es más
metafísico más profundo. Las citas de Calderón, en los trabajos de Schopenhauer
son anecdóticas. Supone que Calderón intuye, sabe de lo que habla, pero es
una generalización de un tema universal. De cualquier forma, los sueños
como tales tienen un recorrido filosófico moderado. Forman parte del
conjunto de la persona. Freud profundizó en los sueños y les
atribuye información y trascendencia en la conducta. Los sueños son
parte del ser humano. Todos los pensadores Marx, Nietzsche, Husserl,
Heidegger, el mismo Wittgenstein al bucear en el ser, en la persona, encuentran
capas profundas, son todos los componentes de que están hechos
los seres humanos. Y cada uno de estos pensadores resaltan y creen hallar
los factores más esenciales. Justo ahí están las partes más controvertidas, los
principios de la lógica y del pensamiento más cercano a lo que
consideramos la realidad, pero también se hallan las intuiciones, la
inconsciencia y la inmaterialidad de un pensamiento volátil y creativo.
Todos los pensadores buscan una explicación coherente con su forma de pensar y
sus teorías. En cada individualidad está presente su propio problema, su
tratamiento y su devenir. Todas las personas son distintas y fruto de sus circunstancias,
lo que se pretende es hallar aquel punto central, original, que de
alguna manera unifique y de coherencia epistemológica a todo un sistema
de referencia universal.
No hay duda de que Calderón tenía una
idea general del sueño y de su significado y su relación con la vigilia
y es este punto el que hemos tomado como excusa para darle una mayor
amplitud teórica y situarlo en las profundas capas de que están hechos los
individuos.
El individuo que sueña y el que
está en estado de vigilia, es la misma persona. En vigilia se
enfrenta a la vida material, al mundo real. Es un ser reactivo
al mundo real, al mundo encontrado. Cabe mencionar aquí un factor
intermedio que es el mundo de la fantasía, de lo pensado o imaginado
en estado de vigilia. Se puede pensar en mundos y situaciones imposibles
y ello nos introduce a relativizar cuál sea el pensamiento que equilibra
la noción que el individuo pueda tener respecto a la realidad del
mundo en que vive. Los sueños carecen de efectividad práctica, son volátiles,
pero de alguna forma sugieren estados emocionales capaces de influenciar
en el pensamiento y la conducta. ¿Qué significa toda esta amalgama de factores
intervinientes en la personalidad de cada individuo? El principio de razón
suficiente, la lógica derivada de pensamientos bien fundamentados en la
ciencia positiva, no son suficientes para derivar la totalidad de la
personalidad humana, hay factores biológicos y circunstanciales que
completan un cuadro realmente difícil de interpretar en todo su conjunto.
Kant es categórico
y resuelve “El encadenamiento de las representaciones entre sí con arreglo a la
ley de causalidad es lo que distingue a la vida del ensueño” Schopenhauer
apostilla “el único criterio cierto en este punto es el criterio completamente
empírico del despertar, que, en efecto, rompe palpable y
categóricamente el encadenamiento causal entre los incidentes del
ensueño y los del estado de vigilia”
Los estados de vigilia y ensueño, en
los seres humanos, están separados por un corte funcional entre dos estados
diferenciados, uno pertenece a la parte consciente de estar activamente en el
lugar que normalmente entendemos como el mundo real, y el otro estado es
el inconsciente de mentalidad libre y disociada de la realidad y no
asociada necesariamente al mundo real en su interpretación. Ambos estados
forman parte de la misma persona, pero el primero de ellos es el que
permite relacionarse y actuar en el mundo real con lo que ello conlleva
para la supervivencia de la vida, y su continuidad. El otro estado es
residual, inactivo prácticamente y aun perteneciendo a la misma
persona y precisamente por ello, conserva rasgos de su personalidad
presente y profunda. Es un estado reparador de fuerzas, de descanso y de libertad
emocional.
El estado de vigilia no es sinónimo
de lucidez mental, de racionalidad, de comprensión del mundo.
Existen tantos estados mentales como personas en el mundo. Uno nace con unas posibilidades
innatas, a las que se agregan todas las circunstancias sociales,
materiales, históricas. La amalgama de influencias y de interpretaciones
de la vida y del mundo son tan infinitas como los individuos que han
sido, son y serán. El pensamiento es tan libre y fantasioso como su
poseedor pueda y quiera. Hay aspectos de estas facultades que realmente se
asemejan a los estados de ensoñación. Entonces ¿Qué es lo que los
distingue? La materialidad del mundo, la praxis, la acción, el
enfrentamiento con la vida real que impone unas reglas precisas para el
sostenimiento de la vida. El individuo está atrapado en esas coordenadas.
9-11-20