GENESIS DE LA POESÍA
Sigamos indagando en las raíces de
la poesía. La poesía es una determinada expresión verbal de una forma de pensamiento que es previo, que es subyacente a la poesía. Es una manera de ver, de mirar, de sentir el mundo y de sentirse a sí mismo. En un principio está el ser humano y el
mundo. La razón de la persona se
enfrenta al mundo analizándolo, tocándolo, midiéndolo, relacionando sus partes
y sus objetos y todo ello enfrentándolo y enfrentándose a sí mismo, conviviendo
y sumergiéndose en ese mundo. Pero el espécimen
humano es algo más; es mirada
asombrada; es querer comprender, es insatisfacción de lo que no comprende;
es sentirse especial en su enfrentamiento con el mundo, es desasosiego, es
miedo, es alegría, es compenetración, amor y compasión por todos sus congéneres
y por sí mismo. Los seres humanos se relacionan entre sí por medio de la
interpretación de sus actos y sobre todo por su lenguaje. Cuando el individuo se enfrenta al mundo, sus actos y su lenguaje intentan reflejar lo más aproximadamente posible lo que se cree es la realidad del mundo exterior. Sin
embargo, cuando se pretende expresar la visión y los sentimientos que el ser
humano debe afrontar en su relación con el mundo y con los demás de su especie
no le sirven las herramientas materiales o verbales que utiliza en su relación
con el mundo físico, aquí debe utilizar un
lenguaje intuitivo que interprete ese mundo
en función de una visión y de
unos sentimientos que vayan
directamente al fondo de lo que se cree es la persona y de lo que a ella más le
interesa. De esta forma de ver y sentir
es de donde puede surgir la verdadera poesía,
la música, las bellas artes. Interpretar
el mundo en función de una visión específicamente humana y dotar de artificios
y reflejos que respondan a esta idea.
Todo el mundo es receptor del mundo objetivo y su interpretación, aunque
univoca presenta caracteres muy similares y ajustados a una misma realidad.
Asimismo, también es absolutamente
particular el sentimiento que “recibe”
de su contacto con los demás, de cómo se relaciona con ellos, de cómo le
impactan sus propios sentimientos y
los que percibe de su entorno, de cómo interpreta el mundo ahora visto con los
ojos del espíritu. En definitiva, es el enfrentamiento
de su autoconciencia, de sentirse sí mismo, él dentro de un mundo abigarrado
y complejo. Y desde esos puntos únicos, individuales es de donde surgirá la diversidad humana. Única y plural a la
vez. No hay, no existe, no pueden existir dos seres que aprecien y sientan
exactamente el mundo de la misma forma. Y si esto es así el conocimiento, la percepción que cada ser humano haga de
su entorno tendrá una expresión diferenciada en algún grado. El énfasis que cada cual aplique a su
particular punto de vista denotará con cierto paralelismo su modo de ver y
comprender. Ya hemos visto que el mundo
natural puede ser visto y explicado en
términos racionales lo más ajustados a lo que se cree pueda ser la realidad
exterior. Pero el mundo inmaterial está más abierto a interpretaciones subjetivas y al mismo lenguaje se le hace difícil
expresar lo que ve, percibe y siente la persona. La expresión lingüística que más se acerque a lo que uno siente y crea
es lo que tratará de hacer llegar la persona que de esto sea consciente. Si
además es capaz de ajustar y embellecer de alguna forma el lenguaje sin perder
su singularidad y su autenticidad, estaremos ante lo que se puede considerar verdadera poesía, visión profunda de un
mundo entrevisto.
I-2018
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