martes, 19 de enero de 2016


TEMPUS FÚGIT

                                                           
                                                           TEMPUS FÚGIT
                                               LA FOTOGRAFÍA Y EL TIEMPO

La intención del fotógrafo es captar la instantánea de un mundo que se le ofrece y al que él asiste como invitado.
Esta capacidad de plasmar en un documento visual, más allá del mero instrumento descriptivo de una realidad, tiene implicaciones gnoseológicas destacadas. Al individuo no le es permitido detener el tiempo sin la ayuda de ningún artilugio. Tampoco lo detiene por el hecho de captarlo o congelarlo en un papel. Pero ese es un instante de cruce, de confluencia, de la técnica humana y de la realidad de su mundo circundante.
 El hombre es un observador del tiempo en movimiento. El mundo es universalmente dinámico. No hay ni una porción del Universo que no esté en movimiento continuo. El movimiento, o la energía que le es inherente, es espacial y temporal. No es posible captar esta complejidad infinita en un instante que también podría descomponerse infinitamente. La mirada del ser humano capta un instante de la realidad observada, pero es un instante que no se puede descomponer y a continuación sucede otro instante de forma irremediable. La fotografía capta ese instante de una mirada humana y lo congela en un papel. No es propiamente la realidad intrínseca lo que queda plasmado, es la visión humana de esa realidad.
En este sentido la fotografía equivaldría a la mirada humana cuando ésta fija su atención en una porción de naturaleza aparentemente estática o inerte. Si lo que observamos es la vida en movimiento lo          que el fotograma nos muestra es un corte en este nuestro punto de vista. Todo lo anterior confluye en una primera idea como aproximación a la materialidad del hecho fotográfico, esto es la equivalencia de la visión humana sincrónica al hecho fotográfico.
El video y las otras técnicas de animación plantean un problema similar, pero lo que hace es simular el desplazamiento de la acción en el tiempo. Se puede revivir el pasado. La fotografía fija la atención en un punto, es intensa porque pretende la expresión en un solo fotograma. El corte que la fotografía infringe a la realidad debe llevar toda la carga intencional de lo que se pretende hacer llegar al observador. Y si bien es cierto que la mirada humana consigue los mismos objetivos, aun en mayor escala, la memoria se desvanece y las impresiones se suceden ininterrumpidamente, sin embargo, con la fotografía podemos revivir, recordar y asumir objetivos.
La pintura clásica, figurativa, expositiva, descriptiva, puede incluir intencionalidad en mayor proporción que la fría fotografía, pero no es reflejo exacto de una realidad cotidiana
También la fotografía puede incluir manipulación expositiva de acuerdo entre el fotógrafo y una escena manipulada o con trabajo posterior de laboratorio, pero esto ya no es exactamente de lo que estamos hablando.
Tanto si la fotografía es de consumo interno, es decir si la pretensión es de plasmar imágenes familiares, anecdóticas, placenteras, esporádicas y sin otra finalidad que sean documentos recordatorios de índole privada, como si la pretensión es más artística, de denuncia social, o de dar a conocer países, paisajes o lugares que la sociedad pueda y deba conocer, la función del artilugio fotográfico respecto a plasmar gráficamente una realidad momentánea es la misma en cualquier circunstancia. El tiempo no se detiene, pero parece congelado en un documento que retrotrae a aquel instante preciso de su exposición y su observación permite revivir un tiempo, una situación o una emoción del pasado.

17-1-16