RELATIVIZAR EL CONOCIMIENTO
AUTONOMO
El hombre
concreto, individual, está biológicamente capacitado
por su evolución hasta cualquier
momento de su presente, para desarrollar tareas y alcanzar conocimiento acorde a su
circunstancia
Pero ahora nos gustaría retroceder idealmente en pormenorizar
y analizar estas propiedades.
Imaginemos un individuo
ya adulto, pero que no haya tenido contacto, ni desde su infancia, con ser
humano alguno. Ha sido alimentado automáticamente y está recluido en una pieza bastante amplia que le permite ejercitarse
físicamente pero sus cuatro paredes no
permiten vislumbrar ningún mundo exterior. La oscuridad y una
tenue iluminación indirecta se alternan indiscriminadamente. Este ser
absolutamente imaginario ya pertenece a nuestra especie y por lo tanto está evolucionado biológicamente al igual
que cualquier ser de su tiempo. Este ser
hipotético lo desconoce todo, no
tiene lenguaje, su pensamiento es inarticulado, no sabe si existen otros
seres como él. La nada y el vacío más absoluto.
Esta podría ser una metáfora
hiperbólica de cualquier miembro de nuestra especie. El hombre es socializado desde su mismo
alumbramiento. Como ser absolutamente individual no es más que el que hemos
pseudo-robotizado anteriormente.
Incluso sus propios sentidos,
(vista, oído, tacto…) caso de salir de
su agujero y enfrentarse al mundo, no
le valdrían para el conocimiento del
mundo sin la correspondiente ayuda externa. Sin apoyo de lenguaje ni la mímesis
indicativa de otros seres, la sola contemplación
del mundo exterior es un puro reflejo
especular. Este hombre absorbe
el mundo exterior pero no puede razonarlo, no puede interpretarlo.
La
socialización empieza por el contacto humano, por el lenguaje,
por la articulación progresiva de lenguaje
y conceptos .El ser humano actual está evolucionado hasta el punto
alcanzado y tiene potencia y capacidad
de absorber toda la cultura disponible, dependiendo claro está, de dos factores
limitantes: el primero será la dotación
genética de la que sea portador, y el segundo será el doble azar de situar a cada individuo en un contexto espacio-temporal concreto, en unas circunstancias sociales y económicas determinadas y también que un azar más particular sitúe a una persona individual en situaciones más o
menos favorables.
De lo dicho hasta aquí podríamos deducir que la socialización, las circunstancias externas al hombre en su más amplio sentido, será la mochila
que el hombre llevará como si fuera su segunda
piel. Es así que el hombre desnudo
sería inviable sin ésta
socialización absoluta. Las potencialidades innatas del hombre se manifestarán
en todos los órdenes de la vida práctica una vez alcanzada la situación que el
azar le haya reservado. El ser humano
ya situado en el lugar que la fortuna le ha reservado pasa a ser, a su vez, parte de las circunstancias de todos los demás individuos de su entorno.
Otro aspecto importante que podemos destacar es que cada
individuo captará de su entorno una cantidad suficiente de socialización objetivada que normalmente le permitirá sobrevivir en
su circunstancia específica. Cuanto más compleja sea la sociedad en que desenvuelva su vida, mayor y más compleja será también la atribución que
cada individuo pueda captar. Nunca
un individuo concreto podrá hacerse con la totalidad de posibilidades de su
entorno, pero sí que en determinadas circunstancias especiales sobrepasará el conocimiento o el estado
de alguna materia, de algún aspecto general, colaborando a engrandecer así la totalidad
del cuerpo social.
En definitiva, el individuo
solo, desnudo, desvalido, no podría extraer conocimiento del mundo. Sólo
podría reflejar su epidermis. La socialización
desarrolla la potencia que le es innata y la misma complejidad de la
sociedad global le permite en circunstancias favorables y mediante su propio
factor de libertad individual desarrollar
su personalidad de forma que su
acción sirva a su integración en el
grupo social.
23-2-15