EL HOMBRE, REFLEJO DE SU MUNDO
Analicemos, aunque sea sucintamente, las relaciones que cada
sujeto potencialmente cognoscente es capaz de asimilar, de captar, de un mundo exterior y que se le aparece plagado de fenómenos y objetos, ambos en su
sentido más amplio. Es así como el hombre concreto asimilará, sabrá de su mundo circundante creándose él una imagen propia de este mundo y
adquiriendo conocimiento de este mundo, entendiendo aquí conocimiento como el darse cuenta, percibir, reflejar el mundo material. Así como hacerse eco de lo que le llega
a sus sentidos por medio de los códigos
lingüísticos, expresiones y sentimientos captados de entre los demás
individuos. El mundo físico es
captado en su espontaneidad y en su imagen frontal. El mundo del hombre es más complejo
y requiere de claves interpretativas. Las puertas de entrada de toda esta
información son los sentidos y
especialmente la vista y el oído. En
este primer estadio no se trata de dilucidar cómo el
individuo reelabora la información recibida, la reinterpreta y la compara con
razonamientos propios y ajenos extraídos también de los que ha recibido por
todos los conductos. Solo se quiere resaltar aquí que el hombre es el ser capaz de reflejar en sí mismo todo lo que el mundo pone a su disposición, él es el reflejo del mundo y tiene el conocimiento (en su sentido más restrictivo) de todo lo que ve y
observa, sin distinguir apriorísticamente su validez.
El proceso racional,
analítico-hermenéutico se irá produciendo al unísono del propio desarrollo
vital en toda su complejidad y el resultado es el sujeto individual, concreto y
único.
12-1-15
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