viernes, 30 de enero de 2015

NATURALEZA Y CONOCIMIENTO

                            
                           
                            NATURALEZA Y CONOCIMIENTO
                            UN VIAJE DE IDA Y VUELTA

La relación y visión desnuda que el hombre ha tenido siempre de la Naturaleza ha sido siempre de aceptación de un mundo dado, ha sido siempre un observador de una realidad tangible. Hemos sido siempre testigos de un mundo ajeno a nosotros mismos pero que nos ha acogido y ha hecho posible nuestra vida y continuidad. Ha sido y es algo real tal y como la hemos observado. Nuestra manipulación más primitiva y ancestral es la de aprovecharnos de sus frutos, de lo que nos ofrece, para nuestra propia supervivencia. Ese ha sido y es nuestro mundo más radical. Esa imagen primitiva, es prácticamente de la misma clase, de la misma especie que pueden tener los seres vivos autónomos y que de alguna manera precisan de una imagen del mundo para su supervivencia. Esta imagen que el hombre tiene del mundo natural le acompañará toda la vida; para el hombre la naturaleza permanece siempre fiel a sí misma.
Pero esta imagen que el hombre pueda tener de la naturaleza no responde a toda la realidad posible. La misma condición racionalizadora humana, el contacto continuo con los demás miembros de la especie y los artilugios que la humanidad desarrolla continuamente desvirtúan la transparencia de una naturaleza que permanece detrás de todo este mundo artificial. La socialización del hombre ya desde su temprana edad diluye el efecto natural en instrumentos y costumbres mixtificados.    
La mera observación de la naturaleza, desvinculada de las aportaciones intelectuales y cognitivas del entorno de la sociedad humana es testimonial, no aporta en sí misma conocimiento objetivo alguno. Es observar una realidad ajena a nosotros tal y como se nos presenta.
La visión que el hombre tiene de la aparente realidad del mundo es la interpretación que por su propio conocimiento racional-evolucionado y aportación de la socialización de que es objeto. Lo que el hombre observa es la transformación de una parte de la naturaleza y de un mundo expresamente creado para el tipo de sociedad de la que él forma parte. El hombre adquiere conciencia-conocimiento del mundo tal como lo interioriza, tal como él lo ve y lo siente. Este es su mundo real. La forma en que ve a este su mundo es la misma que plasmaba su imagen de la naturaleza, pero ahora lo interioriza de forma distinta. La interpretación es un añadido cultural. El mundo real sigue estando ahí y él lo ve dual en su forma exterior y en su interiorización cultural.
La mirada escueta de la Naturaleza no produce conocimiento. La aplicación de racionalidad, de ciencia, la tecnología más variada y profunda produce conocimiento, conocimiento analógico, relativo, aunque nunca es conocimiento definitivo, siempre se escapa la última razón de ser. El mundo tangible, al que nosotros podamos acceder directa o indirectamente, siempre nos presentará barreras imposibles de superar, siempre habrá un más allá fuera de nuestras posibilidades de alcance.
Sin embargo siempre existe la posibilidad de retornar al pasado más ancestral, siempre se puede ver la naturaleza de una forma primitiva. No hace falta comprender nada, sólo verla, captarla tal cual es y tal cual se nos presenta, simple y desnuda. Acercarnos al mundo, a la cosa, acercarnos al ente, a nuestro propio ente.
De un enfoque estrictamente naturalista no se puede derivar ninguna conclusión trascendente. La mirada ingenua no produce conocimiento objetivo. Sin embargo la mirada prístina del objeto natural del mundo, además de ser la mirada del sentido común, es la de la mayor parte de la humanidad, es la de la mayoría de los individuos que han sido y son, y de los que nacen y mueren sin saber más de lo que ven. Es la relación directa del hombre con el mundo
Volver a mirar la naturaleza directamente, sin prejuicios, que los objetos se nos presenten desnudos. Percibir la esencia de la cosa, salir a su encuentro y encontrarse de repente ante sí mismo. Retornar a nuestro propio ente, como un objeto más de la naturaleza. Abandonar añadidos socio-culturales y fijar la mirada pura, mística o poética en las cosas en sí mismas, sin adiciones.  
Esta orientación mística de la vida es la que escogieron culturas orientales en los principios de sus civilizaciones, al contrario de occidente que claramente se decantó por una racionalidad tecnológica como forma de vida. En nuestras sociedades globalizadas es difícil encontrar parcelas que no estén contaminadas de los avances tecnológicos. Quizá hay reductos en oriente que pueden considerarse aún lo más cercano a estos puntos de vista más místicos y de ensimismamiento.También en occidente pueden encontrarse individualidades y grupos de trabajo y estudio que propugnan un acercamiento a visiones del mundo que fijan su atención a las esencias, pero en estos círculos occidentales estos rasgos son ejercidos temporalmente e incluso son considerados como compensatorios terapéuticos de unos ritmos de vida demasiado estresantes.



30-1-2015

lunes, 12 de enero de 2015

EL HOMBRE, REFLEJO DE SU MUNDO

            

                         EL HOMBRE,  REFLEJO DE SU MUNDO

Analicemos, aunque sea sucintamente, las relaciones que cada sujeto potencialmente cognoscente es capaz de asimilar, de captar, de un mundo exterior y que se le aparece plagado de fenómenos y objetos, ambos en su sentido más amplio. Es así como el hombre concreto asimilará, sabrá de su mundo circundante creándose él una imagen propia de este mundo y adquiriendo conocimiento de este mundo, entendiendo aquí conocimiento como el darse cuenta, percibir, reflejar el mundo material. Así como hacerse eco de lo que le llega a sus sentidos por medio de los códigos lingüísticos, expresiones y sentimientos captados de entre los demás individuos. El mundo físico es captado en su espontaneidad y en su imagen frontal. El mundo del hombre es más complejo y requiere de claves interpretativas. Las puertas de entrada de toda esta información son los sentidos y especialmente la vista y el oído. En este primer estadio no se trata de dilucidar cómo el individuo reelabora la información recibida, la reinterpreta y la compara con razonamientos propios y ajenos extraídos también de los que ha recibido por todos los conductos. Solo se quiere resaltar aquí que el hombre es el ser capaz de reflejar en sí mismo todo lo que el mundo pone a su disposición, él es el reflejo del mundo y tiene el conocimiento (en su sentido más restrictivo) de todo lo que ve y observa, sin distinguir apriorísticamente su validez.
El proceso racional, analítico-hermenéutico se irá produciendo al unísono del propio desarrollo vital en toda su complejidad y el resultado es el sujeto individual, concreto y único.   

12-1-15