SURGENCIA DE LA DUALIDAD HUMANA
El instinto natural
de todas las especies vivas es asegurarse su supervivencia. Este es el objetivo máximo de todas y cada una de
las especies. Este objetivo es inercial, no es buscado conscientemente, ni aún
por especies con cierto grado de autonomía y decisión.
Esta una cuestión que remite a la vida primigenia, al propio
acto de irrupción de la naturaleza, de la vida, y que se mantiene dadas las
condiciones que la hacen posible.
La especie humana
tiene y participa exactamente de los mismos
objetivos que todos los tipos de vida conocidos. Se es consciente de este
hecho universal que afecta a todos los seres, incluyéndose a sí mismos, la
fuerza subterránea de la Naturaleza
actúa en la especie humana de forma espontánea y automática.
Todas las entidades vivas participan de los mismos principios
fundacionales y ni la Naturaleza en su sentido más general ni los seres vivos que
la habitan están fijados para siempre en sus condiciones iniciales, todo este conjunto natural está sujeto a cambio, evolución y
transformación continuos.
La Naturaleza viva
se proyecta hacia la supervivencia como
totalidad. La especie humana se proyecta hacia la supervivencia como entidad separada. La Humanidad como entidad separada está
englobada en una entidad superior
que es la Naturaleza viva y en sí
misma no tiene consciencia de sí,
esta consciencia la pueden tener sus
miembros constituyentes. El hombre puede asumir conscientemente su papel en su especie
y en la Naturaleza pero siempre será de forma intelectual e intuitiva.
El hombre ha
desarrollado una conciencia de sí,
tiene libre albedrío, y aunque el impulso vital de todos los individuos de la
especie tiende a su supervivencia, que en definitiva es la supervivencia de la
especie, individualmente puede optar por aminorar, disminuir y aún, en casos
extremos, suprimir su impulso vital.
Esto es una degeneración natural de su propia participación en la especie de la
que forma parte, pero es una decisión
sobrevenida, cultural, o una desviación patológica natural.
La vida humana discurre
en dos mundos paralelos. El primero, el básico, es el equiparable a
cualquiera de los otros seres vivos y más en concreto a los animales
superiores que en realidad son nuestros ancestros. Los seres humanos son más conscientes que cualquier otro ser,
de su especificidad, pero los instintos
básicos están arraigados en su naturaleza
y actúan soterradamente aunque no
siempre puedan ser identificados ni concienciados expresamente.
El hombre como partícipe universal de su especie tiene también
como objetivo fundamental su
supervivencia pero por su especial cualidad como ser diferenciado entre los
otros seres vivos conocidos, debe aunar a este objetivo primordial tres características que le son
inherentes, al menos en los grados
evolutivos alcanzados: el uso de la razón
inteligente, la sociabilidad y la ética. Estos tres factores son indisolubles
para seguir siendo lo que ha llegado
a ser y seguir avanzando armoniosamente como
ser altamente diferenciado e integrado en su mundo natural. Los tres ingredientes
de la humanidad son comunes a la mayoría
de los vivientes, lo que hace a los humanos
absolutamente superiores son los resultados
que obtienen de su conjunción común.
La diferencia substancial es de grado cuantitativo y cualitativo absoluta.
El hombre hereda su condición natural como los demás seres
vivos. Por sus condiciones sobresalientes disfruta de una vida de mayor calidad y
en general de mayor longevidad, pero el final
de cada ser particular siempre es el mismo. El hombre concreto ocupa un espacio temporal en el segmento de su especie y en este espacio temporal participa mínimamente en las
condiciones de su entorno universal y en la generalidad de los casos percibe
sólo someramente cuál es su personalidad y cuál su papel en el mundo,
limitándose a colaborar en la estructura social y económica y a ser factor transmisor de vida.
La Humanidad en
abstracto y como especie concreta
se ha atribuido unas finalidades que
están por encima o son paralelas al mero
subsistir. Se pretende avanzar en conocimiento, en calidad de vida, en progreso integral,
y ello lo llevan a cabo los individuos
concretos. Ahí es donde las personas pueden jugar su papel importante o pueden contribuir en la medida de las
posibilidades de cada cual. En este sentido la Humanidad o la especie
humana es dualista, primeramente en su sentido
más físico y materialista, o más
natural, y en segundo lugar por
las connotaciones gnoseológicas que
conllevan vidas y estructuras sociales
cambiantes y diferenciadas en la globalidad de un mero devenir naturalista.
12-11-14
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