domingo, 16 de noviembre de 2014

SURGENCIA DE LA DUALIDAD HUMANA

                       
               SURGENCIA DE LA DUALIDAD HUMANA

El instinto natural de todas las especies vivas es asegurarse su supervivencia. Este es el objetivo máximo de todas y cada una de las especies. Este objetivo es inercial, no es buscado conscientemente, ni aún por especies con cierto grado de autonomía y decisión.
Esta una cuestión que remite a la vida primigenia, al propio acto de irrupción de la naturaleza, de la vida, y que se mantiene dadas las condiciones que la hacen posible.
La especie humana tiene y participa exactamente de los mismos objetivos que todos los tipos de vida conocidos. Se es consciente de este hecho universal que afecta a todos los seres, incluyéndose a sí mismos, la fuerza subterránea de la Naturaleza actúa en la especie humana de forma espontánea y automática.
Todas las entidades vivas participan de los mismos principios fundacionales y ni la Naturaleza en su sentido más general ni los seres vivos que la habitan están fijados para siempre en sus condiciones iniciales, todo este conjunto natural está sujeto a cambio, evolución y transformación continuos.
La Naturaleza viva se proyecta hacia la supervivencia como totalidad. La especie humana se proyecta hacia la supervivencia como entidad separada. La Humanidad como entidad separada está englobada en una entidad superior que es la Naturaleza viva y en sí misma no tiene consciencia de sí, esta consciencia la pueden tener sus miembros constituyentes. El hombre puede asumir conscientemente su papel en su especie y en la Naturaleza pero siempre será de forma intelectual e intuitiva.
El hombre ha desarrollado una conciencia de sí, tiene libre albedrío, y aunque el impulso vital de todos los individuos de la especie tiende a su supervivencia, que en definitiva es la supervivencia de la especie, individualmente puede optar por aminorar, disminuir y aún, en casos extremos, suprimir su impulso vital. Esto es una degeneración natural de su propia participación en la especie de la que forma parte, pero es una decisión sobrevenida, cultural, o una desviación patológica natural.
La vida humana discurre en dos mundos paralelos. El primero, el básico, es el equiparable a cualquiera de los otros seres vivos y más en concreto a los animales superiores que en realidad son nuestros ancestros. Los seres humanos son más conscientes que cualquier otro ser, de su especificidad, pero los instintos básicos están arraigados en su naturaleza y actúan soterradamente aunque no siempre puedan ser identificados ni concienciados expresamente.
El hombre como partícipe universal de su especie tiene también como objetivo fundamental su supervivencia pero por su especial cualidad como ser diferenciado  entre los otros seres vivos conocidos, debe aunar a este objetivo primordial tres características que le son inherentes, al menos en los grados evolutivos alcanzados: el uso de la razón inteligente, la sociabilidad y la ética. Estos tres factores son indisolubles para seguir siendo lo que ha llegado a ser y seguir avanzando armoniosamente como ser altamente diferenciado e integrado en su mundo natural. Los tres ingredientes de la humanidad son comunes a la mayoría de los vivientes, lo que hace a los humanos absolutamente superiores son los resultados que obtienen de su conjunción común. La diferencia substancial es de grado cuantitativo y cualitativo absoluta.
El hombre hereda su condición natural como los demás seres vivos. Por sus condiciones sobresalientes disfruta de una vida de mayor calidad y en general de mayor longevidad, pero el final de cada ser particular siempre es el mismo. El hombre concreto ocupa un espacio temporal en el segmento de su especie y en este espacio temporal participa mínimamente en las condiciones de su entorno universal y en la generalidad de los casos percibe sólo someramente cuál es su personalidad y cuál su papel en el mundo, limitándose a colaborar en la estructura social y económica y a ser factor transmisor de vida.
La Humanidad en abstracto y como especie concreta se ha atribuido unas finalidades que están por encima o son paralelas al mero subsistir. Se pretende avanzar en conocimiento, en calidad de vida, en progreso integral, y ello lo llevan a cabo los individuos concretos. Ahí es donde las personas pueden jugar su papel importante o pueden contribuir en la medida de las posibilidades de cada cual. En este sentido la Humanidad o la especie humana es dualista, primeramente en su sentido más físico y materialista, o más natural, y en segundo lugar por las connotaciones gnoseológicas que conllevan vidas y estructuras sociales cambiantes y diferenciadas en la globalidad de un mero devenir naturalista.


12-11-14