El hombre desde su eclosión evolutiva se ha caracterizado y se caracteriza por tres componentes básicos, que individualmente se dan en diferentes grados y que además no son exclusivos de la especie humana aunque es en ella en donde la conjunción de los tres componentes se da en grado superlativo respecto a otras especies conocidas. En primer lugar la evolución de nuestra especie ha desembocado en una morfología humana que ha ido modificándose y perfeccionándose y a la postre ha permitido la manipulación del mundo natural, de la Naturaleza, de forma que el hombre ha transformado su circunstancia material, su entorno vital, ha creado un mundo propio. Sin esta disposición, sin estas posibilidades de acción nada hubiera podido acontecer en los terrenos más libres y sofisticados. Este es el primer elemento imprescindible para el progreso material. Los otros dos son inherentes también a la persona humana pero sin esta capacidad práctica de transformación de la naturaleza no hubieran podido alcanzar los otros dos componentes la altura y nivel alcanzados en su desarrollo posterior. Y a la inversa, sin la capacidad de raciocinio e inteligencia práctica que gobierna la acción pragmática tampoco se hubiera avanzado en la progresión material y el grado de civilización alcanzado. El otro elemento fundamental, básico, en la especie humana es la capacidad racional, la inteligencia práctica, la acumulación de estos factores, junto a la memoria, que hace posible acudir siempre, retrospectivamente, para solucionar y no caer en los mismos problemas. La acumulación racional de hechos, la imaginación, visión de futuro, la prognosis en definitiva y la memoria, posibilitan el disponer de un cúmulo de conocimientos que son traspasables de generación en generación y por lo tanto asimilables y puestos en circulación a través de los tiempos. Al igual que los otros componentes de la persona humana, tampoco éste elemento fundamental bastaría para dar cuenta del ser humano que conocemos, sencillamente no hubiera sido posible, no hubiera funcionado por falta de realización práctica y de desorientación ideológica. El conocimiento, la inteligencia aplicada, en sí y por sí misma tampoco es suficiente como elemento separado puesto que el cerebro en una cubeta no es operativo ni posible, es el mundo material y la historia acumulada el que lo alimenta. Y ello nos lleva al tercer factor componente del ser humano, la socialización que le es inherente por necesidad biológica. El hombre es social por naturaleza, si no lo fuera no subsistiría. Los hombres se necesitan los unos a los otros. La primera regla radical es la defensa de la propia progenie, la defensa de los genes más próximos. Pero para la especie humana sólo esto no basta, porque junto con los otros dos elementos que ya hemos visto, el hombre necesita de la colaboración, del hermanamiento con los demás, primero con los más próximos pero luego con los del grupo humano del que forme parte. Los primeros sentimientos de bondad, de caridad, se extienden hacia los prójimos, pero además surgen las normas morales y éticas derivadas de estos primeros sentimientos y que afectan a la conducta práctica. La defensa de lo propio exige el reconocimiento de lo ajeno. El amor, la caridad que me profesan es la que yo siento y les debo a los demás. Sin el desarrollo adecuado de este tercer componente en la estructura humana los otros dos carecen de objetivo y se vuelven caóticos. La amalgama de los tres componentes se corresponde a la totalidad de la especie humana y todos ellos participan en alguna medida en cada uno aunque cuantitativa y cualitativamente puedan existir diferencias notables entre los diferentes individuos y aún en grupos sociales que pueden hacer prevalecer unos factores por encima de otros. Incluso pueden darse y se dan conductas aberrantes individualizadas que quedan neutralizadas por la aplicación de normas y leyes que los grupos ejercen discriminadamente. La combinación de los tres componentes fundamentales y las condiciones endógenas y exógenas que afectan a cada individuo hacen de cada persona un ser diferenciado y su hacer, pensamiento y conducta responderá a la variabilidad de todas esas circunstancias. Lo que sí debe resaltarse es la pertenencia en cualquier circunstancia a la misma especie humana, en todos los casos, inclusive en aquellos en que la aportación o la atribución en cualquiera de los tres componentes sean mínimas o nulas considerándose la recepción pasiva como razón suficiente para un reconocimiento integral. .La Humanidad es una e indivisible. 19-6-14
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sábado, 21 de junio de 2014
viernes, 13 de junio de 2014
RELATIVIZAR EL CONOCIMIENTO
RELATIVIZAR EL CONOCIMIENTO La preponderancia pragmática absoluta está hoy en el conocimiento, la gran reserva de conocimiento, que ha sobrepasado largamente al primer factor material que era la capacidad operativa del hombre que tenía en sus primeras etapas una importancia fundamental. Ahora todo el programa de la humanidad se libra en la aplicación del conocimiento, de la ciencia, de la técnica. Dentro de este capítulo deberíamos incluir también las estructuras y aplicaciones prácticas de todas las ramas del saber, material y social, que cursan preponderantemente y en primera instancia por las consecuencias de un conocimiento previo regulador. Al ser esto así, la única influencia capaz de regular, de relativizar, toda la actividad humana inteligente para que redunde en beneficio de la sociedad es la participación social amplia, la ética, la justicia, y todas las potencialidades derivadas del cuerpo social como expresión genuina de su esencia vital. Factores como la fraternidad, los sentimientos, la compasión, son y deben ser los moderadores de un progreso material que conduzca a un futuro más conveniente y prometedor. Lo importante es comprender con la mirada más amplia posible el papel que el hombre juega en el mundo y su filiación en la especie humana que es en definitiva lo que una visión universal demandaría, no a los individuos concretos, que también, sino al conjunto de la especie de forma mancomunada y connatural. 9-6-14
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