jueves, 23 de diciembre de 2010

CONTROL DEMOGRAFICO

Y FUTURO DESEABLE

Una cuestión distinta, más intemporal y básica, de la conveniencia de un control demográfico, según lo hemos visto a lo largo de todo nuestro trabajo y en particular en 23-3-10[i], está en la contemplación de una humanidad como entidad unitaria y proyectada a un futuro lejano pero para lo cual se necesitan cumplir unos principios prácticos absolutamente necesarios e imprescindibles.

En la humanidad no pueden existir unas diferencias tan abismales entre sus distintas sociedades ni entre los individuos concretos. Las diferencias siempre existirán pero hay que minimizarlas. La concepción de nuestro puesto en el mundo y la acción conveniente para su desenvolvimiento en el Universo alcanzable debe ser compartida o al menos conocida por la mayoría. De otra forma siempre existirán conflictos insuperables.

Para crear una estrategia de futuro que tenga como objetivo la convergencia en una creencia básica en la humanidad como unidad de vida integrada en una Naturaleza que la ha hecho posible, al mismo tiempo que ha logrado diferenciarse de entre los demás seres de la misma Naturaleza por su capacidad de acción y conocimiento, la humanidad debe guardar una relación de mutua sostenibilidad entre la propia naturaleza, incluyendo todos los seres y condiciones que hagan posible la vida, y la propia integridad de la humanidad como entidad única pero a su vez reconociéndose como parte activa y pasiva de todo el conjunto natural. El objetivo teleológico de la humanidad es el de su conservación, el mejoramiento continuo de su calidad de vida dentro de su contexto natural, y el de ampliación de los conocimientos que hagan posible la comprensión y continuidad de su vida.

Entiéndase bien que todos los presupuestos anteriores son neutros, no ideológicos, y afectan a toda la humanidad, pero para que sean efectivos es necesario cumplir con los requisitos materiales propugnados por la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración de los Derechos humanos, el cumplimiento del Milenio y por último seguir con el plan de la UNESCO para colaborar en el desarrollo de todos los objetivos contenidos en las declaraciones fundamentales mediante la educación, la ciencia y la cultura, y la comunicación e información. Pero obsérvese que toda esta estructura de carácter universal vela por el buen funcionamiento de la humanidad presente y futuro, entendido éste como continuidad ideal de un presente mejorable.

Dejando aparte la descontextualización que representan las indefiniciones de la mayoría de los términos utilizados en las mencionadas Declaraciones Universales en los aspectos ideológicos, interpretados desde posiciones algunas veces antagónicas, y sólo ciñéndonos a dos de sus aspectos más materiales y más fundamentales de sus programas, es evidente y materialmente imposible alcanzar los objetivos perseguidos, es decir dotar a toda la población del mundo, de forma indefinida en el presente y en el futuro lo que en justicia sería deseable, es decir de unas condiciones de vida equitativas y comparables en cualquier rincón del planeta. La sostenibilidad limitada del planeta y el doble incremento de necesidades y población lo hacen absolutamente imposible.

Cambiar a formas de vida de mayor sostenibilidad, respetando el medio natural y su regeneración puede ayudar a paliar parcialmente el gran problema que se avecina. El factor del crecimiento indefinido de la población puede y debe armonizarse al factor material y económico y además es de pura justicia no solamente para las actuales y próximas generaciones sino, sobre todo, para las hipotéticas futuras generaciones.

Es de todo punto necesario regular el ritmo demográfico a las posibilidades de regeneración del medio natural como requisito básico, a fin de dotar de una vida aceptable, digna y equitativa a los próximos habitantes de nuestro planeta, aportando, además, las condiciones que hagan posible, al menos teóricamente, disponer de los conocimientos de comprensión de su situación en el mundo. Además de los condicionantes económicos, sustanciales en sí mismos, debe facilitarse el acceso indiscriminado al conocimiento, todo el mundo debe estar cuanto menos informado de lo que sucede y se pretende hacer en el mundo global, como corresponde a un tipo de sociedad plena y universalmente abierta. Hay que apostar decididamente por la calidad, calidad de vida, calidad de educación y no por la cantidad, es decir, por una demografía libre y descontrolada.

Si se cumplieran estos requisitos básicos y previos sería posible en el transcurso del tiempo armonizarnos universalmente de forma que aceptáramos nuestro papel en el mundo como unidad real y no abstracta de una forma de vida evolucionada pero vigilante de su porvenir y abierta a nuevos horizontes de comprensión y de un futuro esperanzador pero a la vez también incierto. La humanidad dispone de una cierta capacidad de comprensión de su estado y de acción emancipadora pero debe estar alerta de su condición y preservarse a sí misma y con la máxima cohesión ante eventualidades futuras sobre todo si unas condiciones de vida negativas pusieran en riesgo su futuro, máxime si estas condiciones desfavorables para su estabilidad hubieran sido provocadas por una dinámica en sí misma evitable.

La sociedad entera debe ir asumiendo la necesidad imperiosa de controlar su población al ritmo de sus necesidades y posibilidades para encarar con plena responsabilidad y consciencia un futuro posible, deseable y necesario. La comprensión y aceptación de todo lo que precede se daría forzosamente por la fuerza de los hechos consumados pero es vital para la humanidad adelantarse a unos acontecimientos que pudieran ser funestos para un presente o hipotecaran un futuro irremediablemente. La parte de la población que esté ya convencida y comprometida con esta orientación, privadamente o desde cualquier estamento de la sociedad debe colaborar, informar, difundir, estas orientaciones de conducta individual y colectiva, a sabiendas, además, de que se está colaborando en la construcción de un tipo de sociedad plenamente consciente de su lugar en el mundo. En el tema del control de la población se debe ser beligerante en influenciar en todos los estamentos de la sociedad, desde los estrictamente materiales, económicos, sanitarios e ideológicos, intentando al mismo tiempo superar las rémoras y creencias que no comprendan la totalidad del problema que la humanidad tiene planteado. Es un problema de supervivencia, de bienestar actual y futuro, y de unidad y equidad de toda la especie humana con vistas a un futuro impredecible pero al que podamos afrontar máximamente preparados.

[i] 23-3-10 “Problema demográfico mundial” “Humanidad”

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